La verdad

336 16 2
                                    

Sam y Jetsel salieron de la habitación, ella agarraba al brazo de él de manera tímida, era tan alto que a Sam le sacaba varias cabezas. Su cabello blanco parecía brillar con la luz del sol, habían salido al jardín de aquella mansión, el cesped verde formaba una mullida alfombra por donde caminaban y los diferentes tipos de flores de todo tipos de colores parecían formar dibujos. Ellos andaban por una especie de sendero y Sam podía ver a lo lejos un lago, notaba el olor del agua y escuchaba a los peces chapotear.

-Supongo que quieres saber que eres ¿no?- Sam, que se había perdido en la belleza del jardín, volvió la cabeza para mirar a aquel hombre tan alto. Él la miraba con una sonrisa en la cara, era hermoso de una extraña manera.

-sí, siempre he creido que soy humana...- a Sam aquello de decir siempre he creido que soy humana le parecío sacado de un libro de ciencía ficción- Pero creo que estoy un poco equivocada.

-Totalmente querida, es más, casi no tienes nada de humana.

-¿cómo puedes saber eso?- acababa de conocer a aquel hombre y él parecía saberlo todo sobre ella.

-Ya te lo han dicho, tengo un don- Finalmente llegaron al lago, Jetsel la cogió de la mano y la invitó a sentarse en el mullido cesped, al borde de aquel lago que parecía un trozo enorme de cristal, pero de vez en cuando un pez salía a la superficie y rompía esa ilusión.- les ocurre a muy pocos cazadores, pero cuando sucede es muy fácil saber si lo tienes o no.

-¿cómo?- a Sam le gustaba centrarse en algo que no fuera ella. Jetsel le sonrió.

-Mírame ¿a cuánta gente has visto con un pelo tan bonito como este? y mira mis ojos, tampoco son normales.- Sam no iba a negar eso, su cabello tan rubio que parecía blanco y aquellos dorados ojos no se los había visto nunca a nadie.

-¿y todos tienen el mismo don que tú?

-No, cada uno es diferente.

-En que consiste el tuyo

-es difícil de explicar con palabras- parecía pensativo- digamos que, soy capaz de ver a través de las personas, yo no las veo como las ves tú.

-¿cómo las veo yo?

-tú las ves como la ve todo el mundo, un cuerpo con sus extremidades. Yo eso no lo veo, puedo ver...- suspiró- es como un aura que toma forma. Puedo ver si una persona es mala, es buena, una traidora- le giñó un ojo a Sam- un humano o un cazador.

-¿y yo que soy?

-única- Jetsel no pudo evitar reir ante la cara de impaciencia de Sam,y esta se relajó ante la suave risa de él, riendo también.- ¿conoces a la diosas Bastet?

-Creo que es una diosa egipcia ¿no?

-Sí, y tú tienes muchas cosas es común con ella.

-Creía que todo esto de los cazadores tenía más que ver con los dioses griegos que con los egipcios.

-Un dios sigue siende un dios, lo único diferente es el lugar o el tiempo.

-¿y que tiene que ver ella conmigo?-Jetsel cogió de las manos a Sam.

-Bastet era la personificación de los cálidos rayos del Sol y ejercía poderes benéficos, estaba asociada también a la luna y protegía los nacimientos y a las embarazadas de las enfermedades y los malos espíritus. Era una diosa pacífica pero, cuando se enfada, se transforma en una mujer con cabeza de leona, Bastet era una diosa impredecible que podía mostrarse tierna o feroz en cualquier momento. La antigua ciudad de Bubatis estaba consagrada a su culto y celebraban fiestas en su honor para no enfurecerla. Se representaba con cabeza de gato y muchas veces se transformaba en un gato doméstico.

El cazadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora