28. El ataque

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No sabía que acceder a donar su sangre para salvar a todos iba a ser tan duro, aunque no se arrepentía de haber permitido que Clarke lo hiciera. Clarke le extraía sangre cada día, por la mañana y por la tarde, dejándola bastante débil, por lo que había tenido que relegar a Roan la comandancia de sus tropas. Por suerte, la Élite parecía bastante tranquila esos días, seguramente preparando un nuevo ataque, y no habían tenido que salir a combatir. Sabía que si se volvían acercar, Monty desactivaría los robots y entonces se pondría en marcha el plan. Ellos se marcharían y harían estallar los misiles. Podrían hacerlo ya, pero querían esperar el máximo de tiempo posible en la Tierra, más que nada, para que se pudiesen recuperar los heridos y que Jasper, que era el que estaba al mando ahora de los soldados skaikru, pudiese traer al Monte los supervivientes que aún había por los alrededores.

Después de la última conversación con Clarke, no había vuelto a hablar con ella de su relación. Lo mejor era dejar a un lado sus sentimientos, ya que su relación, con Bellamy en este estado se había convertido en imposible. El joven ya había despertado y aunque continuaba todavía en la enfermería, podía interactuar con la gente con normalidad. Estaba recuperándose. Pasaban todos los días un rato juntas, pero sin un mayor intercambio de palabras. Clarke le preguntaba cómo se encontraba y ella le contestaba, luego la rubia le explicaba cómo iban sus avances. Habían empezado a inyectarle su sangre después de que Clarke la analizase brevemente a animales e incluso habían hecho una pequeña prueba con Bellamy, a la cual había reaccionado positivamente. El joven había despertado después de varios días inconsciente, quedando demostrado que la sangre de Lexa tenía propiedades curativas. Clarke había descubierto que la sangre de natblida, por lo menos la de Lexa, era compatible con todos los grupos sanguíneos, lo que era una excelente noticia.

Lo que no parecía ir bien era el humor de Bellamy, el joven le estaba costando asumir que ahora le faltaba un brazo y su mal humor lo pagaba una entregada Clarke que cuando no estaba trabajando con su sangre, se pasaba el día cuidando de él. Aquel día, la rubia llegó a la sala donde le extraía sangre, con el rostro descompuesto, había estado llorando, lo notaba por la rojez en la cara y por los ojos hinchados y dilatados. Clarke intentaba ocultárselo, pero la Comandante sabía que había sido por Bellamy.

- Clarke...- susurró con voz suave Lexa, al ver que la rubia era incapaz de levantar el rostro para mirarla, ni si quiera para inyectarle la aguja.

- A Bellamy le está costando asumir su situación, es solo eso y es normal.- dijo finalmente Clarke mirándola por fin mientras se quitaba los guantes de látex.- Solo que está siendo más duro de lo esperado...

- No tienes por qué aguantarlo tú sola.- repuso Lexa.

- Sí, debo hacerlo, no sabes lo que él aguantó cuando...- no se atrevió a continuar, pero Lexa sabía lo que iba a continuación. La rubia se levantó del sillín y miró su reloj.- Voy a ver cómo sigue, vuelvo en media hora.

A Lexa le dolía ver a Clarke así, pero no podía hacer nada. Ella había decidido quedarse con él, cosa que no podía reprocharle. Ella era así, siempre iba a estar con quien más la necesitase, la dedicación y el sacrificio por su gente, era uno de los rasgos que la había enamorado de ella en su día.

La perspectiva de futuro tampoco era muy alentadora para Lexa. Estarse cinco años en una estación espacial, sin poder estar al aire libre, lejos de su tierra, era algo que tampoco le hacía especial ilusión. Además, durante todo ese tiempo, tendría que soportar ver a Clarke con Bellamy. Raven le había comentado que una estación espacial era como una gran ciudad donde era posible que no te cruzases a alguien en días, pero no era un gran consuelo. Debería resistir y cuando volviesen a la Tierra alejarse definitivamente de ella, no le quedaba otra.

Un Mundo Nuevo [Clexa]Where stories live. Discover now