Capítulo 15. Resurrección

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No había perdido ni un ápice de habilidad con la espada, aunque echaba de menos entrenar con otros guerreros y ponerse a prueba. No obstante, desde hacía tres años eso no era posible y por ello cada mañana desde que había llegado allí salía al pequeño jardín que daba a sus aposentos y entrenaba a solas con su espada. Al principio, le costó acostumbrarse al frío y tenía los músculos y articulaciones agarrotados, pero al final había conseguido acoplarse e incluso había llegado a entrenar simplemente con una fina camiseta, a pesar de las bajas temperaturas del Reino de Hielo. En los últimos meses había notado que ya no hacía tanto frío como siempre, las temperaturas habían subido y la nieve se fundía con rapidez. Lexa vivía en el Reino de Hielo desde hacía tres largos años, en una especie de estancia conjunta al palacio donde nadie tenía acceso y de la que ella no se le permitía salir. Únicamente podía salir de su habitación para ir al jardín, donde entrenaba y pasaba algunas tardes soleadas. Roan insistía que no era una prisionera, pero ella se sentía como tal. Humillada por el hombre al que perdonó la vida y al cual notaba que le satisfacía tenerla en esa situación, bajo su dominio, como un trofeo del cual presumir. Había pensado más de una vez en escapar del Reino de Hielo y volver a Polis, pero nunca haría nada que significara poner en peligro a Clarke. Ahora, por las noticias que le transmitía Roan, la paz reinaba en los clanes y los skaikru vivían tranquilamente en su territorio. Aden había conseguido una paz duradera y ella no iba a ser quien fuese a romperla. No podía saber a ciencia cierta si Clarke estaba bien, tampoco se fiaba de las informaciones de Roan, pero Aden le había prometido que cuidaría de Clarke y confiaba en la palabra del joven Comandante.

Había terminado su entrenamiento y se dirigía al interior para darse una ducha ya que estaba toda sudada. Con las temperaturas de los últimos tiempos, acababa todos los entrenos empapada en sudor y le urgía meterse en la pequeña bañera que había en su habitación. Estaba dirigiéndose a la puerta cuando se encontró con Roan. Iba todos los días sobre al mediodía para llevarla algo de comer, una muestra más de su superioridad ante ella. Ese día llegaba antes y no traía nada de comer.

- Veo que te mantienes en forma.- observó el hombre al ver a la chica acercarse con su espada aferrada y toda sudada.

- ¿Qué quieres Roan? ¿Me echas de menos y no te has podido resistir a venir antes?- preguntó sarcásticamente la joven. Al hombre le cambió la expresión.

- Vengo a despedirme, nos vamos.

Eso sorprendió a la antigua Comandante, no se esperaba para nada esas cinco palabras. No supo qué decir, así que el Rey de Hielo continuó hablando.

- La situación se está volviendo insostenible, el calor está haciendo que la nieve se derrita provocando aludes y devastando nuestras tierras.- explicó Roan, que verdaderamente se veía afectado por la situación que atravesaba su pueblo.- Vamos en busca de otros territorios, tú eres libre para hacer lo que quieras.- Lexa seguía sin pronunciar palabra ¿Qué iba a hacer ella ahora?- Nuestros exploradores me han contado que Aden no aguantará mucho más siendo el Comandante de los clanes, la situación se ha vuelto insostenible para él, la gente se muere de hambre y de sed.- suspiró antes de continuar.- Así que puedes tratar de regresar con tu skaikru, con un poco de suerte, aún se acuerda de ti.- apuntó con malicia.

Lexa agarró con fuerza su arma, le hubiese atacado y acabado con él, así pagaría todos estos años de humillación y de burla. También la traición, cuando se puso del lado de los clanes cuando se había comprometido a sumar sus fuerzas a ella y a los skaikru. Podía matarle, vengarse y luego escapar del Reino. No obstante, no lo hizo. Ahora era libre para volver, a su hogar, a volver a estar con Clarke, si lo mataba, seguramente sus guerreros la perseguirían y acabarían con su vida antes de poder llegar a Arkadia o a Polis. No podía arriesgarse a ello ahora que había conseguido su ansiada libertad, así que soltó el arma y suspiró fuertemente posando sus manos en sus riñones, tal y como solía hacer para relajarse.

Un Mundo Nuevo [Clexa]Where stories live. Discover now