Capítulo 21. Inmortales

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- Deberíamos matarle.- espetó Lexa enfadada.

Habían llevado a Roan al campamento, estaba malherido, pero si recibía la atención médica de los skaikru, se salvaría. Sin embargo, los planes de Lexa no pasaban por ahí. Deseaba rematarlo allí mismo. La había mantenido encerrada en su castillo durante tres años, después de traicionar su pacto. La férrea oposición de Bellamy a ello, era lo único que se interponía entre la espada de Lexa y el corazón de Roan.

- No, no vamos a matarle.- contestó Bellamy decidido.

- ¿Sabes lo que hizo? Me juró fidelidad y luego se puso del lado de Aden.- Lexa estaba fuera de sí.- Es un traidor y los traidores merecen la muerte.

- Quizá así funcionen las cosas con tu gente, pero aquí tenemos unas leyes.

Para Bellamy era fácil, con la traición de Roan, él sólo había ganado cosas. Había conseguido la paz y había conseguido a Clarke, mientras que ella había vivido tres años apartada de su tierra y de su gente. Por su culpa había perdido a Clarke para siempre cuando si no se hubiese cambiado de bando, la guerra la hubiesen ganado y no se habría visto obligada a abandonar a Clarke.

- Quizá sepa algo de Clarke.- argumentó Bellamy.- Vamos a interrogarle primero y si no sabe nada, le juzgaremos por lo que hizo.

Lexa solo estaba de acuerdo con la parte de interrogarle, luego no quería juicio, quería matarle directamente, pero sabiendo que se encontraría con la férrea oposición del moreno, lo aceptó. Quizá Bellamy tenía razón y ese desecho sabía algo sobre Clarke. Ambos entraron en la tienda donde se encontraba Roan que estaba siendo tratado de sus heridas por el equipo médico de Bellamy. El doctor les dijo que aunque estaba débil por la sangre perdida, las heridas no eran mortales y que se recuperaría. Era el único superviviente de aquella masacre, era raro, cuando hasta el momento en los ataques de esa gente se habían saldado con todos muertos y una desaparecida.

- ¿Qué ha pasado?- le instó a explicarse el moreno con voz dura.

Roan parecía conmocionado, nunca le había visto tan frágil ni con ese terror en los ojos. Siempre se había mostrado fuerte y seguro. Les explicó todo lo sucedido aquella noche. Al parecer, llevaban meses vagando buscando un nuevo lugar donde empezar de nuevo, pero no habían encontrado nada más que lugares áridos y sin agua ni comida. Lo pasaron mal, muy mal. Perdieron a muchos por el camino, solo quedaban unos pocos cuando el tiempo empezó a mejorar y las temperaturas empezaron a normalizarse. La situación aún era delicada, pero por lo menos ya no se morían de calor y habían encontrado un pequeño río donde siempre había algo de agua. Cuando ya se sintieron más fuertes, decidieron que era el momento de volver a casa. Total la aventura por otras tierras no había resultado como esperaban y ahora que volvía a hacer frío como antaño, era el momento de regresar al castillo y esperar nuevamente la nieve. Esa noche se encontraban a un día de llegar al castillo y a sus hogares, para empezar a reconstruirlos. Estaban felices de volver a casa, incluso habían estado celebrándolo durante la cena todos juntos. Y entonces aparecieron. De la nada, sin hacer ruido, les pillaron de improviso, no eran más que veinte o treinta, pero nunca había visto a nadie luchar como lo hacían ellos, eran los mejores guerreros que había visto. Se enfrentaron a ellos, pero fueron cayendo sin remedio, aunque ellos eran superiores en número, esa gente tenía una ventaja vital sobre Roan y su gente ¡No morían! Roan atravesó a uno de ellos con su propia espada dos veces y aquel ser siguió peleando como si nada. Es más no vio derramarse ni una gota de sangre de sus cuerpos. Eran monstruos. Y como monstruos que eran acabaron con toda su gente sin compasión, algunos pidieron clemencia para ellos y para sus hijos, pero no vacilaron en matarles a todos. La esposa y los dos hijos de Roan estaban entre las víctimas.

Un Mundo Nuevo [Clexa]Where stories live. Discover now