¿Mi héroe?

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Sentí un pequeño rayo de luz en mi rostro que realmente me molestaba, medio abrí los ojos y sentí la muerte en mí, no sabía cuándo habíamos bebido la noche anterior con Lorna pero estoy segura de que mi estado no sería para algo poco, como pude me levante a media y noté que ella no estaba a mi lado, me causo mucha gracia ya que al no recordar absolutamente nada me la provocaba. Mire a mi alrededor y encontré botellas de licor en cada rincón que miraba ¿por qué tenía que tener una amiga tan ebria?

Pararme de la cama realmente fue un tormento, me dolía cada extremidad y sentía mareo.

No vuelvo a tomar, lo juro – Pensé.

Al abrir la puerta de mi habitación vi el corredor con más botellas ¿cómo nos cabía tanto? Ni yo creía lo que veía, camine por el pasillo hasta llegar a la sala y ver a mi amiga acostada como un vagabundo, llegue a pensar que estaba muerta ya que estaba tan inconsciente que me asuste, al acercarme note que respiraba y se me ocurrió una idea, mire hacia los lados como si quisiera ocultar algo, camine en puntas a paso de espía hacía la cocina busque una jarra y la llene de agua, volví a su lado y la risa no me dejó, por poco se despierta al escucharme pero como pude tape mi boca para dejar de reír al estar cerca eche el agua sobre su rostro y corrí.

-A levantarse – Grite y corrí.

- Qu.. Qué pasó – Dijo sacudiendo la cara – No puede ser, te voy a matar – Corrió torpemente tras de mi – Te voy a matar perra, lo juro – Agregó.

-No lo creo – Dije encerrándome en mi habitación.

-No estarás ahí por mucho tiempo y cuando salgas lo haré ¿me entendiste? – Dijo y noté que se reía.

-Te hacía falta agua – Grite.

-Y a ti unos cuantos golpes – Respondió y yo sólo reí.

(...)

Estaba sentada en el mueble con la carta de Eduardo en mis manos, hace unas horas se había ido Lorna no sin antes golpearme un poco. La verdad no entendía el porqué de los actos de Eduardo, de la carta, de la pelea con Nicolás, aunque eso no me molestaba mucho ya que él no me agradaba y puede que lo hubiera besado pero fue por quitármelo de encima.

Decidí dejar de pensar estupideces y arreglarme para ir a visitar a mi madre, a su nuevo hogar...

Al estar frente al cementerio sentí nuevamente esa sensación que me pasaba cuando llegaba, esa de quedarme allí por siempre, de hacerle compañía a mi mamá, de entrar nuevamente pero de la forma en la que entro la última vez ella.

Camine lentamente, no sé por qué pero me sentía asustada, como si llegar al ver a mi madre fuera la primera vez, me di cuenta que la gente me miraba extrañada ¿pero qué más da? Estaba acostumbrada a tantas cosas.

-Hola Rosadita – Dije al llegar por fin a la tumba de mi madre – Tengo tanto que contarte – Dije sentándome a su lado.

Siempre acostumbraba llegar a contarle mis cosas, como si me estuviera aún ahí y pudiera abrazarme.

-A que no adivinas que traigo acá – Dije sacando una botella de whisky – Nos sobró anoche con Lorna – Reí – Creo que nunca me cansaré de esto y voy a brindar por ti – Volví a reír sirviendo una copa llena y tomándola entera, luego serví una y la deje a su lado - ¿Sabes? A veces siento que aún estás,  a veces incluso podría jurarte que te siento a mi lado – Quizá ya me estaba volviendo loca, bueno más...

Al terminar de contar todas mis historias y llorar como solía hacerlo me pare con un poco de mareo ya que había bebido toda la botella, sonreí al ver su nombre, besé su tumba y salí; Realmente caminé torpemente, como pude llegue a la salida y tomé un taxi.

Prefiero Estar SolaOnde histórias criam vida. Descubra agora