4 ◇ La ambición de Feliciano

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—Es la última vez que lo repito —les advirtió el joven profesor de matemáticas al sonar el timbre, que anunciaba su libertad, mientras juntaba sus papeles y los guardaba en su portafolio—

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—Es la última vez que lo repito —les advirtió el joven profesor de matemáticas al sonar el timbre, que anunciaba su libertad, mientras juntaba sus papeles y los guardaba en su portafolio—. La única que ha entregado las cinco hojas de ejercicio ha sido la señorita Newland y no por ello me he olvidado de los demás—. Una vez que concluyó su reprimenda, se colocó la chaqueta marrón y se acomodó el marco de los lentes, para luego salir a paso apresurado por la puerta.

Tus compañeros salieron disparados hacia la puerta como balas, desesperados por escapar de la academia de una vez por todas. Estabas avergonzada de que el profesor te hubiera nombrado de aquella manera, varias personas comenzaban a mirarte de una manera un poco despectiva últimamente sólo porque tenías la intención de participar en las clases y ese tipo de comentarios los alimentaba. Tomaste tu mochila y te despediste de Seychelles y Alfred, cuando pasaron a tu lado, con una sonrisa. El americano lucía bastante apenado cuando rechazaste su invitación para ir con ellos a tomar un helado cerca de allí. En cambio, Seychelles parecía estar bastante animada, estabas convencida de que Al le gustaba por alguna razón.

Feliciano te esperaba nervioso en el pasillo, sin poder controlar el movimiento de sus piernas, como si tuviera un tic nervioso, o ganas de hacer pipí. Sostenía un lienzo en blanco, de tamaño mediano, en uno de sus brazos y en su mano derecha tenía la paleta de colores y algunos pinceles de distintas medidas. Su rostro entristecido reflejaba una preocupación que jamás habías visto antes, era una expresión totalmente contraria a las que solía tener a tu lado desde que lo habías conocido.

—Relájate, Feli —intentaste calmarlo, frotándole los hombros con ambas manos—. Estaré contigo hasta que termine la prueba.

—¿Y-y si no sale bien? —titubeó con los labios temblando, dejándose caer en ti con suavidad, para que lo rodearas con tus brazos. La punta del lienzo se te clavó en una costilla, pero te lo aguantaste conteniendo el aire hasta que el italiano se apartara. No querías alterarlo.

—No pienses eso —dijiste con el poco aire que te quedaba. El italiano se alejó para mirarte a los ojos intentando tomar valor. Hiciste entrar el aire a tus pulmones agradecida de que no se te hubiera hecho un agujero debajo de las teta.

—¡Tienes razón, la cuarta es la vencida! ¿V-verdad?

Por la mañana, Feliciano te había pedido un pequeño favor. Se había anotado en el Club de Bellas Artes por cuarta vez y debía pasar la prueba para ser aceptado, pues los años anteriores lo habías despechado con la excusa de que no tenía técnica o los conocimientos teóricos necesarios. Pero esta vez sería distinto, te había explicado, había estado esforzándose todo el verano para que lo admitieran de una vez por todas; se había anotado a decenas de talleres, escuchado a cientos de profesores y paso noches desvelándose para que los cuadros quedarán como el lo había querido, encontrando su verdadera esencia. Ese año, para la prueba, todos los postulantes necesitaban llevar un modelo y él quería que fueras tú. No pudiste negarte, te había transmitido la emoción y pasión que sentía por la pintura, y además, lo apoyarías en todo lo que se propusiera, pues eso hacían los amigos ¿no?

Academia World (Hetalia x Lector/a)Where stories live. Discover now