21. All of me.

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21. All of me.

Reproduzcan, si quieren, el vídeo en Multimedia cuando Harry nombre la canción.

Listo, todo en su lugar.

Me agacho hasta el reproductor, le doy Play y la melodía de "All of me" empieza a llenar el lugar.

Sacudo mis manos entre ella y miro toda mi preparación. El pequeño mantel blanco pega muy bien con las cortas paredes y el piso celeste pastel de la terraza. Las tazas de chocolate caliente humean a la espera de ser bebidos, las tostadas por suerte no se me quemaron y la pequeña rosa azul esta a la espera de ser apreciada por Lea.

Miro a la pelirroja en el sillón que sigue dormida.

Si, la traslade del living a la terraza, no sin antes agregarle otra manta encima para que no tenga frío.

Me acerco a ella y observo su rostro. Sus ojos están cerrados y sus pestañas son larguísimas. Sus nariz es pequeña y respingona; sus labios finos, aunque el inferior más relleno que el superior. Acaricio su mejilla que es suave y muy blanca, al igual que toda ella. Lo único que la contrasta es su largo y pelirrojo pelo.  

Alejo mi mano con una tonta sonrisa en boca y voy a sentarme. Me acomodo en una de las puntas del mantel, justo frente a Lea.

Cierro los ojos e inhalo profundamente. La paz que siento en estos momentos es inigualable.

¿Lograré que Lea me perdone con esto? ¿O por lo menos que me hable? ¿Que seamos amigos?

¿A que chica no le gustaría un desayuno al aire libre, música tranquila, regalos y un galán tan apuesto como lo soy yo?

A todas debe gustarle, aunque sea una pavada tan simple de hacer, creo que es un lindo detalle.

Lea se remueve en el sofá, estira sus brazos, se masajea los ojos, bosteza y finalmente los abre.

Primero mira hacia arriba, aun no consciente de que esta afuera y no dentro de la casa. Contempla el celeste cielo y los rayos del sol apenas y le pegan en su rostro.

Reprimo mi risa con una mano, y es ahí cuando mira hacia mi y luego a la izquierda y todo alrededor. Su expresión es demasiado graciosa.

—¡¿Que es esto?! ¿Donde estoy?—dice revoleando la cabeza mirando para todos lados y ya no puedo aguantar mi risa—¡Harry!—me regaña y se destapa sentándose en el sofá—¡¿Que se supone que hago en el techo?!

Abro los ojos y seco las orillas que tienen pequeñas lágrimas. Aun con pequeños espasmos de risa, la miro y le señaló el mantel donde esta el desayuno.

—Tregua.

Me queda mirando un segundo y frunce el ceño.

—Te dije que no quería nada contigo.

—Anoche rompiste ese trato tú misma.

Parece debatirse pero se levanta, acomoda bien la camisa que lleva puesta, coge un manta y se sienta en el piso tapándose con ella, frente a mi.

—Hagamos esto rápido—dice recogiéndose el pelo hacia arriba y girándolo haciendo un rodete—No quiero ser tu amiga Harry, ya no. No quiero ser nada tuyo, ya te lo dije. Todo esto que me paso y lo que le hice a Emily es culpa tuya y jamás te lo voy a perdonar. Nunca me debiste haber mordido—gruñe tan rápido que apenas y llego a entenderle.

¿No hay persona mas resentida, cierto?

Suspiro pesadamente.

«Estas en el horno», me balbucea mi querido amigo.

Mordida ©Where stories live. Discover now