Soy el mismo, no he cambiado.

9 1 2
                                    

Soy el mismo, no he cambiado

mis ojos verdes siguen llevando a rastras

millones de años de llagas y lamentos,

y frágiles deambulan recuperando pedazos

de aquellos sentimientos que se rompieron

con el paso del tiempo.

El resto de mi cuerpo es una mera cicatriz

que todavía sigue cicatrizando,

y que quizá, con el paso de los días,

se acabe arrojando azufre y alcohol

para hacer que hierva por dentro

y muera todo lo necrosado que aún quedaba vivo.

Las miradas inútiles se proyectan sobre mis párpados

y se refractan de la misma manera sobre las almas de los niños

que yacen en el suelo, por debajo de mis miedos

y mis enormes pesadillas; a cada cual más terrible,

a cada cual, más despiadada.

Sigo teniendo pesadillas con todo lo que me rodea.

¿Y si el mundo, preso de la desesperación

acaba por sumirme en una vorágine de sentimientos

que van en contra de lo establecido?

Permítanme entonces decirles que ya soy algo fuera de lo establecido.

Que nunca me arrepentiré de haber dado el paso

y que quizás ya no soy el mismo.

Ahora he cambiado. He abierto las puertas de este armario

y he dado un paso al frente a la vida,

al no tener miedo por lo que uno siente

a simplemente dejarse llevar por los vientos,

como veletas ondeando en las finas rocas

de una fina colina, varadas frente al mar.

Nunca me cansaré de decirlo.

Soy el mismo, no he cambiado

pero a la vez lo he hecho.

Han pasado unos años desde que he descubierto mi nuevo yo,

y me arrepiento tal vez de no haberme dado cuenta antes.

Pero ya es demasiado tarde para seguir culpándome

por algo de lo que ni siquiera tengo culpa.

Esta es la hora:

la hora en que tengo que empezar a quererme por lo que soy,

sin miedo a decírselo al mundo, pese a las represalias.

¡Qué represalias! No puedo callarme más.

Me estalla la boca cada vez que tengo que cerrarla por miedo

a sus odiosos qué dirán.

Harto de sus juicios de valor, harto de sus sinsentidos.

Harto de que no nos dejen amarnos seamos como seamos.

Soy el mismo, no he cambiado.

Mi poesía me acompaña en el camino,

mis letras son la musa,

mi corazón un velero viejo,

y mi alma vaga buscando todavía

un amor de verano, un amor eterno.

De esos que solo se encuentran una vez,

aunque sea en París, o en una calle de Toledo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 06, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

En clave de poesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora