La bizarra familia Clarkson

Abriendo el corazón

Abriendo el corazón

Sentados en aquella mesa circular, con cinco de los seis asientos ocupados, alguien se sentía solo. Desubicado sería una distinta forma para explicar esa posición encorvada y ojos bajos que mantenía ese de cabello castaño. Todos bromeaban, todos reían; la escena sería reconfortante si tan sólo fuesen seis y no cinco, ese número impar... ese número que dejaba a ese alguien sin pareja. A Byron sin Angie.

Por enésima vez, Byron suspiró en dirección a la ventana que daba directo al parque de futbol. Prefería estar solo en esos momentos, cuando la ansiedad y nostalgia se hacían presentes, cuando sus manos deseaban sostener algo más que aquel ordinario vaso de licuado de fresa y sus labios tocar algo más que así mismos.

Observó con distracción las hojas de los árboles agitándose. Probablemente el viento estaba más frío de lo acostumbrado, aunque la escarcha de hielo era apenas visible. Se preguntó si Angie tenía frio. Si así fuera, le gustaría abrazarla... y sino no, también.

—De nuevo riendo solo. —Le comentó Elliott frunciendo el ceño.

Al parecer estaba sonriendo sin ser consciente de ello. Convirtió sus labios en una mueca.

—Me acordé de un chiste —respondió como la vez pasada cuando le había dicho lo mismo, haciendo referencia a Angeline.

El mellizo esbozó una tenue sonrisa.

—Oye, Byron. —Lo llamó Jessy, que mantenía una temblorosa plasta en su tenedor, balanceándose de lado a lado. Lo apuntó con ella mientras conservaba una cara intrigada —. Porque si extrañas tanto Angie, ¿no vas a buscarla?

El licuado que tomaba Byron, lo sintió hasta la nariz por la sorpresa que le causó tal pregunta. Miró rápidamente a su mejor amigo, y éste le alzó los hombros.

—Tampoco es como si los demás no lo notaran. —Le dijo con obviedad.

—Es cierto. Se nota. —Tanto Elinne y Lucas, que estaban tan asombrosamente juntos, coincidieron con Elliott.

Byron agitó la cabeza pasando una mano por su nuca, sintiéndose abrumado por aquellas nuevas miradas que esperaban una buena respuesta; la cual no tenía.

Jessy se inclinó hacia la oreja de su novio y susurró avergonzada.

—¿Dije algo malo? No debí decir nada, ¿verdad?

Elliott negó rápidamente y le tocó apenas la mejilla para que lo mirara a los ojos.

—No, tranquila. No dijiste nada malo, él es un bruto que necesita que lo presionen para que entre en acción.

—Te puedo escuchar —musitó Byron con el mentón apoyado en su mano. Sin embargo, Elliott lo ignoró por completo, eso pasaba siempre que fijaba sus ojos en las avellanas de Jessy.

—Creo que es mejor así, que le digamos sus verdades. —El mellizo levantó la barbilla en dirección a Byron —. Amigo, eres un cobarde. ¿Ves? —regresó la vista a su novia, que soltó una pequeña carcajada antes de abrazarlo por la cintura.

Byron tomó aire.

—Creo que la mejor manera de conquistar a una chica es hablando claro con ella —habló Lucas con voz seria —. Así como yo lo hice, ahora tengo todo lo que quiero. —Le depositó un tierno beso a la frente de Elinne, y ella se retorció de gusto.

—¡¿No es un tierno?! —aulló ella de emoción.

Ambas parejas continuaron una conversación de forma casi íntima, y eso arrastró a que Byron volviera en donde había iniciado; encorvado y con los ojos bajos, notando lo vacío que se encontraba la silla de su costado. Se lo pensó un rato, no iba a ganar nada quedándose ahí, escuchando, oliendo y viendo el amor pasar frente a sus narices. Quería un poco de ese amor con la hermana de su mejor amigo. Tenía el permiso de Elliott, incluso él le había dicho que Angie estaba enamorada de él. Aunque todo podía ser una gran confusión, y si todas aquellas señales que ella le había dado fueran un gran malentendido, estaba acabado. Pero no podía quedarse ahí sentado, contemplado como todos eran felices gracias a su valentía, gracias a que se atrevieron a confesar sus sentimientos. Entonces si eso era lo que se necesitaba para sonreír como sus amigos, entonces tenía que abrir su corazón.