Hadas del buen look

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Hadas del buen look

Ante semejante progreso de su objetivo, Angie lucía encantada por todos los ángulos que se le mirara, cualquiera que lo hiciera se toparía con una sonrisa resplandeciente y una expresión facial que, de no ser la chica con peor fama del colegio, podrían acercarse a ella pensando inmediatamente que era la persona más amigable del mundo. Muchos todavía no se acostumbraban a ver esa faceta suya, que tenían cierto miedo de quedársele viendo y recibir algún insulto.

En cambio Rachel, quien masticaba un chicle distraídamente, se encontraba completamente sumergida en sus pensamientos. Iban caminando por los pasillos para regresar al resto de sus clases cuando y sin poder impedirlo, chocó contra la espalda de Angie.

Tosió un par de veces para expulsar el chicle de su garganta, y protestó con un montón de muecas antes de poder protestar.

—¡Pero qué pasa!

Angeline se enderezó con entusiasmo y sin girarse todavía, le palpó el hombro para indicarle una dirección.

—¡Ahí está! —dijo —. Tengo que darle las gracias y recompensarla de alguna manera por sus consejos tan efectivos. ¡Es una especie de maga!

—Tienes razón. —asintió la otra —. Convencerte de hablar con Byron Logan es todo un milagro. ¿Segura que no le puso nada a tu comida?

Angie hizo una mueca.

—Que yo sepa no… —agitó al cabeza y le indicó que se acercaran a las dos amigas que estaban justo fuera de los baños de damas — ¡Oigan, chicas! —saludó agitando su mano efusivamente.

Elinne fue la primera con voltear y encontrarse con la rubia destellante. Dejó de sujetarse ambas manos y miró a todos lados antes de comprender que les habla a ellas. Con cierta incomodidad, le susurró a Jessy.

—Creo que te hablan.

Antes de que pudiese decir nada, sintió que Elinne la empujaba al frente, intentando tener el menor contacto con la melliza. Su última charla no fue del todo agradable, por así decirlo. 

—Ho-hola —saludó Jessica de modo suave, ignorante de la verdadera personalidad de Angeline, podría ser en un segundo dulce y pacífica, y en el otro una maniaca con deseos de sangre, quién sabe.

—Jessy. —mencionó Angie al mismo tiempo que un suspiro. Sin demasiado interés por saber si le molestaba o no, le colocó ambas manos en los hombros y le dio un leve apretón para compartirle su emoción — ¡Tus consejos funcionaron de maravilla! No tengo idea, pero ahora me siento tan… tan… libre.

Jessica sonrió apenas, algo nerviosa por el repentino contacto y la cercanía. Mientras le agradecía, podía detectar ese suave olor a menta, olor a pasta de dientes expidiéndose de su boca, en cada palabra que pronunciaba. Fue inevitable pensar si Elliott usaba esa misma pasta dental, porque de ser así, le encantaría poder probarla de sus labios.

—Y por eso mismo, te lo compensaré.

Le escuchó decir por último a Angie. Nuevamente se había desconectado del mundo y no había prestado atención a sus palabras. Parpadeó confundida y abrió la boca para poder hablar, sin embargo, no le dio tiempo la chica pelirroja.

—Tengo una excelente idea para ello. —Rachel alzó las cejas con una mano en su barbilla.

—¿En serio? ¡Dime! —urgió Angeline.

Rachel se acercó a ella y empezó a cuchichearle en el oído, mientras que la otra asentía una y otra vez, extendiendo su sonrisa cada vez más. Jessica y Elinne se observaron mutuamente, completamente confundidas.

La bizarra familia ClarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora