Nuevo prostecto

6K 242 5
                                    

Nuevo prospecto

El chico de ojos aceitunados al cual llamaban Tom, dio un ligero asentimiento con la cabeza, saludando a sus ya actuales compañeros. Se situaba a medio metro del profesor, con las manos juntas en la espalda, con una posición tranquila y las piernas apenas separadas. Parecía realmente sereno, sin signos de nerviosismo o temor en su rostro. Tampoco era que se  mostrara arrogante o presumido con suficiente autoestima para no temblar frente a media centena de desconocidos, pero sí con consciencia de no querer tener problemas con ninguno.

Cuando se escucharon algunos gritos y susurros en forma de saludo, el profesor le asignó un lugar a Tom.

Angie lo seguía mirando fijamente, tratando de llamar su atención para saludarlo con casualidad. Pero algo raro sucedió, en todo el trayecto de la parte de enfrente del salón hasta el cuarto asiento de la quinta fila, no volteó siquiera a verla. La joven rubia frunció el ceño pero no deseó ofenderse, quizás no se había percatado de su mirada.

En cuanto Tom ocupó su lugar, escuchó con claridad que los murmullos renacían en torno al nuevo. Apuesto, lindo, sexy, alto; esos fueron los atributos que alcanzó a oír de las bocas de las chicas, incluso de Sandy. No le pareció extraño, ella también lo había pensado, pero tenía dignidad y suficiente vergüenza para no gritarlo a los cuatro vientos.

Volteó disimuladamente hacia atrás y lo miró. Su cabello castaño claro bien peinado no sufrió estragos cuando sacó una libreta junto con un lápiz número dos con una perfecta punta afilada. Sonrió con ironía, el primer día siempre era así, todos deseaban ser perfectos. Ya quería ver lo desastroso  que estarían sus útiles a la siguiente semana.

—Deja ya de mirarlo, lo desgastarás—le susurró Rachel al oído.

Angeline apartó la vista rápidamente y observó a su amiga con las mejillas encendidas. Le alzó una ceja y respondió a la defensiva.

—Es simple curiosidad, todo el mundo lo hace. Es el chico nuevo, debe de acostumbrarse, ¿no?

—Sí, pero parece que este ha llamado más tu atención. ¿No es así? —inquirió moviendo sus cejas de un modo sugestivo.

Angie levantó los hombros y su cabeza se movió sola para volver a mirarlo. Dos segundos después se obligó a regresar a su antigua posición.

—Creo que es el destino—soltó inesperadamente, haciendo que Rachel le mirara como si estuviera loca.

— ¿El destino? ¿De qué hablas?

—Hoy terminé con Anthony, hoy mismo decidí no salir con chicos rubios, adinerados, demasiado atractivos y potencialmente sexuales. Hoy me dijo Lucas que encontraría a alguien para mí. Y justo ahora, aparece Tom. Aparte, se llama como mis últimos siete gatos ¿Quieres más pruebas? —preguntó con cierta soberbia.

Rachel giró los ojos ante la irreflexiva actitud de Angie. Sabía que era una chica enamoradiza… Bueno, no enamoradiza, ya que nunca se había enamorado de uno de sus novios, pero sí tenía algo de “corazón de pollo”. Cualquier chico lindo que le llamara la atención, en menos de una semana ya estaba saliendo con él. Incluso cuando terminaba con uno, no tardaba demasiado en encontrar otro chico.

Muchos podrían malinterpretar esa acción, pero lo cierto era que su corazón no había sufrido ningún daño, por lo que se le hacía muy fácil hacerlo. Además de que, extrañamente, decía sentirse querida teniendo novio. Necesitaba sentirse querida.

— ¿Y qué con tus gatos? —inquirió con una mueca.

—Amo a mis gatos—aclaró con los ojos bien abiertos.

La bizarra familia ClarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora