Día nueve | Sábado 16 de noviembre

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"I'm the slow dying flower, in the frost killing hour

The sweet turning sour and untouchable..."


La casa emite un quejido largo y profundo, lastimero. Adentro, en una quietud imperturbable, Juniper observaba al mundo rugir desde la seguridad de su ventana. Estaba sola, encerrada en su cuarto. Una estrella de cinco puntas se entreveía por debajo de su cama, dibujada con una sustancia correosa muy similar a la sangre. Junto a la puerta, un ave descansaba el eterno sueño de los muertos.

Juniper suspiró. Finalmente, se apartó de aquel rincón y se sentó frente a su tocador. Con delicadeza comenzó a peinar su cabello, dejando correr el cepillo a través de un río dorado del que pronto se desharía. La tijera, con mordiscos de óxido en sus hojas, reposaba sobre la superficie de madera, a la espera.

Ya llegaría la hora.

La lapicera que utiliza para escribir se agota. Se siente contrariada, como si aquel implemento la hubiera traicionado. Rebusca en sus cajones hasta encontrar otra, pero no vuelve a escribir. Piensa en la noche anterior.

Por una vez, Chase brilla por su ausencia.

Y ella sonríe. Sin malicia, sin frustración palpada en su rostro, sin resignación. Solo sonríe.

Es gracioso cómo las cosas más sencillas pueden cambiarlo todo.


* * * * *


Juliette observa a Chase mientras él duerme. Ronca suavemente, aunque eso no quita que la saque de quicio. No es lo único que la saca de quicio. Sabe que él se guarda demasiadas cosas para sí mismo. Sabe que mantiene una línea que demarca el territorio en el que ella puede entrar y del que debe mantenerse apartada. Sabe mucho más de lo que deja ver. Eso es lo que la diferencia de Emma: ella sí puede lidiar con tanto secretismo. A fin de cuentas, ella también oculta cosas.

Que él ni siquiera se dé cuenta es su problema.

Se levanta y lo deja solo. Camina por su departamento, tirando de su pelo. Es un espacio muy pequeño para una persona, ni que decir para dos. Una kitchenette donde apenas entra, una sala de estar que parece un chiste, un baño que semeja un cubículo y una habitación de tres por tres. Es la pesadilla de quien necesita un lugar para vivir y no tiene suficiente dinero para pagar la renta.

Definitivamente, no es un nidito de amor.

Y ni Juliette ni Chase están enamorados.

Pero se llevan bien. De alguna manera, se complementan. Funcionan bien de a dos, dentro y fuera de la cama. No discuten. No pelean. No se lastiman. Saben cómo son las cosas, saben lo que están dispuestos a poner en juego y saben hasta dónde pueden llegar.

Saber, saber, saber. Nunca es demasiado. Lo que realmente conocen del otro es muy poco. Puede que por eso funcionen tan bien.


* * * * *


Dylan mira a su alrededor. Las luces estroboscópicas del local hacen que la gente se vea deformada. Es una escena que alguien controla desde algún rincón, poniendo pausa cada dos segundos. Se detiene, se detiene, se detiene. Todo para, comienza, para otra vez. Se pierde, se reencuentra, se cae, se levanta, camina, se arrastra. Su mente se retuerce y se ve obligado a cerrar sus ojos y respirar profundamente. Jason y Nick siguen hablando, aunque apenas puede entenderse lo que dicen por encima del aplastante sonido de la música. Suena una canción que él no reconoce ni escucharía por propia voluntad. Vibra en sus oídos y en sus venas, cosquillea en sus extremidades.

De tu ex, con amor (Emma & Chase #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora