29 de septiembre de 2013

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Esta madrugada me despertó un grito. Tomó varios minutos darme cuenta de que ese grito era mío, y si lo hice fue porque mi garganta parecía descarnada.

Me levanté de la cama, prendí cada luz que encontré en mi camino y me detuve en el baño, casi como zonámbula. Entré finalmente y me enfrenté a mi reflejo, apoyando mis manos sobre el frío mármol del lavabo.

Parecía un espectro.

Blanca como los muertos, con la piel cetrina pegada a los huesos y los ojos apagados. ¿Quién era esa? ¿Qué le habían hecho?


* * * * *


Llamé a Dylan después de haber evitado todo tipo de contacto. Me había recluido como ya había hecho en el pasado, cuando no podía lidiar ni con mis pensamientos. Me respondió al instante y poco tiempo después estuvo en casa.

Era la hora de enfrentarlo: necesitaba ayuda.


* * * * *


—Emma, por favor, escúchame... Yo...

—No. No.

—Yo lo siento... Lo siento, ¿me escuchas? —dijiste con un tono que jamás había oído de ti, pero con una expresión que conocía muy bien. Esa que utilizas cuando quieres conseguir algo, cuando quieres salirte con la tuya.

Con tus disculpas no hago nada.

Eso no lo pude decir. Todo lo que salía de mi boca se reducía a tan solo una palabra.

No.

No.

No.


* * * * *


La mirada de Dylan traspasaba mi coraza. Hacía que mis tripas se retorcieran y que quisiera volver a mi ostracismo. Quería huir de él. Quería huir de todos. Pero, sobre todo, quería huir de mí. Quería silenciar la voz que en su eterna cadencia me recordaba los horrores por los que mi cuerpo había tenido que atravesar.

No se callaba. Era un eco infinito acompañado de imágenes confusas que danzaban en mi mente el lento baile de los desquiciados.

Brazos enredados.

Gemidos acallados.

Sollozos ahogados.

Todo una y otra vez. Una y otra vez. Una y otra y otra y otra vez.

Llanto.

Gritos.

Más brazos y piernas y torsos y un aullido enjaulado.

Otra vez.

Otra vez.

No es suficiente, Emma.

Recuerda.

Recuerda el dolor. La angustia. El asco.

Recuerda la sangre.

Recuerda.

¡Ya no quiero! Necesito ayuda, necesito, necesito...

Estoy llorando. Y algo cálido me envuelve y bruscamente me aparto.

Era Dylan, pero solo veía a alguien que hace tiempo se encontraba en su tumba. Muerto y podrido y presuntamente olvidado.

Pero yo no lo olvidé. La niña que fui no lo olvidó.

De tu ex, con amor (Emma & Chase #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora