8 de septiembre de 2013

2.1K 194 23
                                    

Dylan me encontró hecha una bola en el suelo, como un zombi pudriéndose. Estaba de un particular mal humor y ni siquiera él sería capaz de revertirlo. Había gastado todas mis lágrimas en una noche y había vuelto al principio, y eso me enfurecía.

¿Por qué apareciste de nuevo, Chase? Lo estaba logrando. Fue un segundo y destruiste todo. Era un ciclo tan nuestro. Romper, volver a armar, quebrar, arreglar, todo una y otra vez. Somos un veneno que se retroalimenta. Somos una combinación química peligrosa e inestable que hace volar todo por los aires.

¿A quién vamos a jalar en nuestra caída?

En algún momento de la madrugada te fuiste, pero te aseguraste de dejar tu huella. Una nota, medio arrugada, escrita en un recibo. Horas después dejaste mis flores favoritas sobre el tapete de la entrada. No tenía idea de que supieras que los claveles me agradan. No creo habértelo dicho.

Demás está decir que no leí la nota. Se la dejé a Dylan y le dije que hiciera lo que creyera correcto. Si tú hubieras estado en su lugar, me apuesto todo lo que tengo a que la hubieras tirado. Él la plegó y la guardó en su bolsillo, anticipándose a mis deseos de leerla más tarde. Era evidente que todavía no podía despegarme de ti, porque me costaba demasiado y tú ni siquiera me lo permitías. En cuanto a las flores, las dejé ahí tiradas, destinadas a morir.

¿Te das cuenta de que esos claveles tendrían la misma vida que nuestra historia? Fugaz, apasionada, opacándose con cada día que pasara hasta ser un mustio recuerdo de lo que fue. Esos son Emma y Chase, los desgraciados amantes cuyo toque es infernal.

Espero no dejar tantos cadáveres abandonados como tú.

* * * * *

—¿Qué vas a hacer con ellas?

—Las dejaré allí. No pienso tocarlas.

—¿Quieres que yo las saque?

—No, déjalas, Dylan. No quiero que su mente empiece a maquinar teorías sobre hechos que no sucedieron.

—Está bien... ¿Estás segura de que no tengo de qué preocuparme?

—Puedes irte, Dylan. Viviré.

—No es por eso por lo que me preocuparía.

—¿Entonces?

—Es por cómo vivirás, Emma.

Dylan se fue y la casa se sintió extremadamente fría y vacía. Prendí la tele para llenar la sala de voces y sonidos que me hicieran creer que estaba acompañada y que este lugar no era una trampa en la cual estaba atrapada. Me puse a leer, limpié la casa, cociné, hice de todo para ir ocupando espacios. Incluso llamé a mamá y hablé con ella. Pero con eso no bastaba.

Salí al porche, pisoteando las flores. Me sentí culpable, no porque hubiese pisoteado un gesto presumiblemente amoroso de tu parte, sino por las flores que arruinaba y que habían sido cortadas por tu causa. Estuve sentada en los escalones por un rato, viendo cómo la vida continuaba. El mundo seguía girando, sin detenerse a esperar a que yo me recuperara.

¿Cuántos corazones rotos hay allí afuera?

¿Cuántas madres lloran por sus hijos muertos?

¿Cuántas personas están diciendo su último adiós?

¿Cuántos ojos se están abriendo por primera vez?

El mundo no se detiene por nadie. Seguirá girando y girando y girando, incluso cuando nosotros no existamos y cuando ya no haya razón para girar.

* * * * *

Te estabas quedando dormido. Yo no podía dejar de mirarte, abrazada a ti, envuelta entre las mantas. Uno de tus brazos me rodeaba lánguidamente, con descuido. Hacía frío afuera, pero se sentía tan bien estar juntos, como si solo nosotros dos existiéramos. Habíamos hecho el amor por primera vez. Tú ya habías estado con otras. Yo solo había estado contigo.

Descansé mi rostro cerca de tu corazón, sintiendo cada latido. Mis dedos trazaban formas y arabescos sobre tu pecho, por debajo de la fina tela de tu camiseta. Te negaste a sacártela. Te negaste a dejarme verte tal como eras. Te negaste a dejarme tocarte libremente. Te negaste a muchas cosas y yo no entendía por qué. Aún no lo entiendo. Ese fue uno de los secretos que mantuviste para ti mismo.

El vacío no tardó en empezar a enroscarse alrededor de mis huesos, anidando en ellos, estrujando con una fuerza desgarradora. El arrepentimiento nublaba mi vista, haciendo difícil seguir mirándote. Me di la vuelta, dándote la espalda, y me acurruqué contra la pared, sintiendo un punzante toque helado.

Te quedaste dormido. Y nunca me abrazaste.

* * * * *

Fue uno de mis peores domingos. Estoy sentada en el sofá, escribiendo más líneas inútiles cuyo único propósito es entregarse al olvido de estas páginas. No sé si esto me está ayudando o si solo estoy prolongando el calvario. Es una historia de dolor con reflejos de alegría que se pierden entre tanta angustia... Y no puedo creer que la esté escribiendo yo misma.

Quiero cambiarla. Quiero que la historia continúe por otro camino. Que este sea solo el final de un capítulo donde tú solo desapareces. Necesito seguir sin ti, Chase. Sé que puedo hacerlo, pero no con tus intermitencias, con tus apariciones y partidas espontáneas. Debes dejar de ir y venir. Debes dejar de jugar con mi mente, Chase. Ya jugaste lo suficiente con ella y estoy cansada. No quiero jugar más.

Considérate el ganador y ya déjame en paz.

De tu ex, con amor (Emma & Chase #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora