Capítulo 33 parte 2

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—Hace tanto que no te veía tan feliz –aquella voz conocida la sacaba de su pensamiento, pero igual no podía evitar continuar sonriendo.

 — ¡Andrew! Mi amigo, siempre es lindo verte –contenta se levantaba para darle un abrazo cariñoso –hoy de verdad estoy contenta. Invítame un helado.

 —Claro con gusto –como gesto de caballerosidad puso la mano de Amy entre su codo derecho y comenzaron a caminar - ¿En donde estuviste?

 — ¡¿Cómo?!

 —Es que estuve buscándote para que me ayudaras con una de esas grandes fiestas que me tocó organizar para mi fraternidad. Me dije “nadie mejor que Amy para organizar fiestas y encontrar a lindas chicas” –ella solo sonrío halagada.

 —Bueno hace mucho que no tengo amigas, así que no te habría podido ayudar con lo de las lindas chicas.

 —La cosa es que nunca te encontré. Fui a dónde vives y nadie te había visto en días.

 —Me fui de viaje por algo del trabajo a un pueblucho de mala muerte, a una de esas  tiendas perdidas de la mano de Dios –dijo ya un poco rustica.

 —Pero fui a tu trabajo y me dijeron que habías renunciado.

 — ¡Ahora eres mi detective Andrew! –terminó gritando.

 —Es solo que me preocupo por ti, lo que menos quisiera saber es que has vuelto a… -“otra vez con la misma porquería” pensaba obstinada.

 —No he vuelto a nada.

 —Es que eres una chica muy valiosa Amy, eres en realidad especial, divertida, buena. Te mereces lo mejor. Recuerda eso, te mereces algo muy grande.

 —Tienes razón merezco una buena vida, alguien que me ame. Merezco ser feliz –decía más animada – te juro que no he vuelto a nada de lo que piensas – aunque eso no era del todo cierto “lo que hice fue para poder salir de un apuro, fue necesario, fue necesario” se repetía – ahora vamos por ese helado, que no has logrado quitarme mi felicidad.

 —No era esa mi intención –sonreía –por cierto puedo ayudarte a conseguir trabajo.

 —No hace falta, ya tengo algo nuevo. Pero gracias.

            Claro que tenía algo nuevo. Se había topado, o mejor dicho había encontrado algo que por ley sentía que le pertenecía. Financieramente podía estar un tiempo sin trabajar. Además el día ya estaba cerca y en viste de lo que Elisa había hecho ahora estaba más segura que nunca de que los planes iniciales se llevarían a cabo. Definitivamente ese estaba resultando ser uno de los mejores días de su vida.

 —Le di una cachetada -Elisa entraba a aquella habitación solitaria sin poder creérselo - ¿Por qué le di una cachetada?

 —Escuché todo y Chace se pasó al decirte así, más cuando anda con la perr… mejor me callo –Ian supo que no era bueno mencionar a Amy, no en aquella clínica donde todo el mundo escuchaba.

 —No digo que no lo mereciera, pero no entiendo porque le di una cachetada como si fuera una niñita –de verdad no le encontraba explicación –Elisa Lubensky da golpes por el amor de Dios, no Cachetadas.

 —Jaja –comenzó a reír -¿ese es tu gran dilema? ¿Por qué lo cachetee y no lo golpee? Eres única Elisa –decía limpiando una lágrima que se le había salido de tanto reír –pero, ahora si dime ¿Por qué te besaste con Alex? –decía en susurros.

 —El me besó –hablaba en extremo bajo, los dos casi solo se leían los labios.

 —¿Y te gustó?

Envenenado de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora