34° Un lugar para los dos

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El juego de escondidas entre Henry y Matías por fin acabó la semana pasada

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El juego de escondidas entre Henry y Matías por fin acabó la semana pasada. La llamada que hicieron de mi colegio quejándose por la aparición de Matías a la salida fue el punto decisivo para que Henry dejara la pasividad y atrapase por fin a su hijo llegando de sorpresa un jueves por la noche. Lo interceptó entando a la casa y llevaron su discusión de la calle al segundo piso, donde podía oírlos con claridad escondida en mi habitación.

Ninguno dio su brazo a torcer. Ni Henry aceptando que la universidad no era para Matías, ni él aceptando que tiene que ponerse a hacer algo. Les doy la razón a ambos. Los dos tienen su punto de vista, y si tan solo se escucharan, llegarían a un acuerdo en el que Matías podría seguir haciendo lo que le gusta aprovechando bien su tiempo. El problema es que a veces se comporta como si aún tuviera quince años; evitando a toda costa cualquier responsabilidad de adulto.

Los gritos entre ellos acabaron en un ultimátum de Henry: No le dará ni un solo centavo más; cosa que Matías en este momento no necesita; digo, Henry fue a su exposición, sabe cuánto dinero ganó vendiendo sus cuadros, pasarán varios meses antes que tenga una sequía económica; además ha empezado a realizar tatuajes. Itu les mostró las fotografías de mi tatuaje a sus compañeros de diseño y de pronto Matías se volvió el tatuador de moda.

Como quitarle el dinero no es suficiente, también le prohibió usar el auto hasta que Matías acepte el trabajo de mensajero que le consiguió en la oficina de un amigo. Perder el auto sí le dolió, pero eso no será suficiente para que se meta a una oficina a tiempo completo a realizar recados. Todo sería más fácil si simplemente aceptara el trabajo que le ofrecen en la agencia publicitaria, sería lo menos peor que podría pasarle; no obstante es tan terco que no puedo hacerle caber eso en su cabeza.

He pensado en intervenir; podría gritarle a Henry que deje de querer moldear a Matías a su imagen y semejanza y lo deje ser como es. De paso podría gritarle a Matías que deje de comportarse como un niño mimado y crezca de una vez; pero prefiero evitarme problemas con ambos y ver si es cierto que el tiempo pone las cosas en su lugar. En algún momento esos dos deben dejar de actuar tan estúpidamente.

Mi máxima preocupación fuera de casa es lo que voy a realizar para arte. Cada viernes me hallo frente al lienzo en blanco sin saber qué hacer. Me encantaría poder presentar una de las fotografías que subí a mi deviant art, o tomar alguna nueva; pero ni bien pregunté, el profesor de arte se negó rotundo. Al parecer o pintamos o nada. Una fotografía es "demasiado sencilla para valer nota de examen".

Con la excusa de inspirarme, Matías y yo iremos esta tarde al Museo "Tambo quirquincho". Ahí hay una exposición variada, un viaje entre diferentes épocas y tendencias. Como si pudiese elegir algún estilo y fuese capaz de imitarlo... pero qué más da, seguro aprenderé un montón con Matías.

A veces a estas horas cuando regreso a casa me lo encuentro en el sillón realizando un tatuaje. No sé si es legal lo que hace, se supone que deberían tener algún permiso sanitario y un lugar destinado a su trabajo, pero eso le llevaría tiempo. Al menos estoy tranquila sabiendo que tiene cuidado, siempre desecha las agujas y no ha realizado trabajos complejos, solo pequeños tatuajes. Admito que no es agradable verlo haciéndole una mariposa cerca del trasero a alguna estudiante de diseño. Nunca le he dicho nada, pero él se da cuenta que me pongo celosa y me sonríe macabramente mientras trabaja, queriendo provocarme, a la espera de que estalle de una vez. Que siga esperando, porque no voy a darle el gusto.

Por tu amor al ArteWhere stories live. Discover now