28° Dos caras de una misma moneda

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Fuimos por una pizza después de la exposición y ahora regresamos a casa en el auto

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Fuimos por una pizza después de la exposición y ahora regresamos a casa en el auto. Son como las dos de la mañana. Tendré apenas unas tres horas de sueño pues me toca ir a la universidad. Se nota que Henry no ha regresado o piensa que estoy dormida en mi habitación puesto que no me ha llamado preguntando dónde estoy.

Como en cada viaje que hacemos, suena una lista de reproducción diferente, y esta vez es algo fuera de lo común: Rock argentino de los noventa. Matías parece saberse la letra de todas y me agrada muchísimo más que el punk o algunos grupos de rock en inglés que él escucha.

—¿Qué vas a hacer si no vendes todos los cuadros, dónde los vas a poner? —le pregunto para evitar dormirme.

—En casa de Julieta hay un depósito —dice sin importancia, prestándole más atención a una canción de "Los enanitos verdes".

—Deberías llevarlos a casa y ponerlos en la sala o los pasillos, estarían mucho mejor que las paredes vacías o los cuadros que le regalaron clientes a Henry.

—Mi padre no va a quererlos ahí.

—¿Cómo estás seguro? Yo creo que sí, es más, creo que debiste invitarlo.

Matías resopla con esa actitud que infiere que le estoy arruinando la noche.

—Claro, hubiera venido, me habría dicho: muy bonito, pero el tiempo que invertiste en pintar debiste invertirlo en estudiar. Deja de perder el tiempo.

—No sabes si va a pensar eso. Hasta unas semanas atrás yo también creía que perdías el tiempo y he cambiado de parecer. Te estás cerrando a la idea de que tu padre piensa lo peor de ti. No le estás demostrando que lo que haces vale la pena. Tienes una licenciatura, ganas dinero vendiendo tus fotografías y ahora tuviste una exposición de verdad. Deberías decirle todo eso para que no te obligue a estudiar una carrera que no te gusta y que nunca vas a terminar.

—Conozco a mi padre mejor que tú. No hables como si lo conocieras de toda la vida y supieras qué va a pensar o a decir solo porque tú cambiaste de opinión. —Sube el volumen de la música, como queriendo acabar la discusión. Yo quito el volumen por completo, no va a esquivar esto.

—¡No te comportes como si tuvieras doce años! Ya eres un adulto, deja de depender de tu padre como si fueras un niño. No entiendo a qué le tienes miedo.

—No le tengo miedo nada. Deja de decir todo el tiempo que tengo miedo de las cosas porque no es así. —Vuelve a subir el volumen y esta vez yo arranco el mp3 del auto.

—Tienes miedo de madurar. Por eso rechazaste un trabajo de verdad. Con el que puedes hacer lo que te gusta, ganar tu propio dinero y ser independiente.

—Ya te fueron con el chisme. —Echa la cabeza para atrás y como ya no tiene música a la cual subir el volumen, pisa el acelerador—. No voy a trabajar en una estúpida agencia. No quiero tener horarios para ir siempre al mismo lugar a tomar fotografías cuándo y cómo me lo digan. No hago esto por encargo, lo hago porque me gusta y al convertir algo que me gusta en un trabajo pierde la gracia. Voy a vivir de lo que me gusta.

Por tu amor al ArteWhere stories live. Discover now