♠ Capítulo 31: ¿Cómo llegamos a esto?

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—Puedo apostar que perdí la virginidad más viejo que tú.

Frunzo el ceño mientras me meto un tostito con guacamole a la boca. Una parte de mi mente se siente ofendida ya que Gabriel piensa que soy tan fácil como para haber perdido el tesorito antes que él, lo que, conociéndolo como lo conozco, debió haber sido poco después de nacer. Otra parte teme que descubra que perdí mi tesorito con él. Y una última parte piensa ¿Cómo llegamos a esto?

En serio, no recuerdo como partió esta conversación. Recuerdo vagamente que llegó Gabriel gritando a los cuatro vientos que era por fin un alumno de cuarto año de derecho con todas las de la ley, celebramos, nos emborrachamos… no, eso fue ayer.

El caso es que son las seis de la tarde, es martes, Alex esta a punto de sufrir un derrame cerebral debido a su trabajo final—el maldito vestido de anillas— y nosotros hacemos turnos para ayudarle. De cualquier manera ya terminé todos mis ramos y no tengo nada mejor que hacer.

Me limpio las manos llenas de palta y aceite, para continuar enlazando una a una las anillas. Lo bueno es que ya llevamos seis metros de tela, lo malo es que necesitamos nueve para mañana. Esta será una larga noche.

Gabriel es mi “pareja” de trabajo, él dobla y corta las anillas y yo las enlazo. Una a una. Y así hasta que nos cansamos, ahí es cuando Alex y Miky nos relevan o a veces se nos unen antes, todo depende de cuanto te duelan las muñecas y si te sangran o no los dedos. Yo, por ejemplo, tengo parches en todos los dedos, y Gabriel luce cientos de pequeñas ampollas moradas que han ido apareciendo luego de los apretones que se ha dado con el alicate. 

Lo que sea por un amigo ¿No?

Regresando a los que nos compete.

—Eso es imposible Vernetti, No puedo haber perdido la virginidad antes que tú.

—No digo antes, digo más viejo. Es decir que teniendo la misma edad yo era virgen y tú no.

Alzo mi ceja, eso es igual de imposible. Yo la perdí a los veinte, eso es ser muy vieja para perderla para las mujeres, en cambio la mayoría de los hombres consideran tarde perderla alrededor de los dieciocho. Las estadísticas están de mi lado.

—¿Cómo estás tan seguro?—sonríe rodeado de misterio, lo que me hace pensar ¿No se dio cuenta que él fue mi primera vez? ¿En serio? Creí que los chicos se daban cuenta de cosas como esa.

—Soy muy sensible en esos aspectos ¿Quieres apostar?—lo medito un segundo pero la verdad tengo todas las de ganar.

—De acuerdo, pero tú me dirás a que edad la perdiste y yo te diré si era más joven o no.

—Está bien. Aunque no creo que sea necesario.

Suspira largo y tendido, guarda silencio para tensar el ambiente, como si su revelación fuera la noticia del año. En serio ¿Cómo demonios llegamos a esto?

—Tenía veintiuno. Y considerando que tú tienes veinte creo que ya gané.

Un pitido suena en mi cabeza, mientras una barrita de “loading…” carga lentamente en mis pensamientos. No me aguanto más y reviento de la risa ¿Cree que voy a tragarme eso? Él, perdiendo la virginidad a los veintiuno, por favor, no me lo tragaría ni aunque lo trajera firmado ante notario con seis testigos.

Me mira algo molesto.

—¿Qué tiene de gracioso?

—¿Crees que me voy a creer semejante tontería? Tú, Gabriel Vernetti, perdiendo la virginidad a los veintiuno. Pfff, patrañas. Te he visto salir con, por lo menos, diez mujeres en los dos meses y tanto que he vivido acá, no te vengas a hacer el santurrón.

El departamento de salvadorWo Geschichten leben. Entdecke jetzt