♠ Capítulo 18: Digno del Louvre

9.6K 635 95
                                    

Miro mi hoja sorprendida. Reviso mi nombre y vuelvo a ver la hoja, vuelvo a revisar mi nombre y admiro mi nota. Un seis punto seis, no un cuatro, no un tres coma nueve, un seis punto seis. Junto a la calificación hay un pequeño mensaje del ayudante:

Sea lo que sea que haya hecho esta vez García siga así para el examen.

La alegría me desborda y siento desmedidas ganas de besar a Gabriel, bueno, siempre quiero besar a Gabriel, pero esta vez no quiero que todo termine en sexo furioso, solo quiero besarlo ¡Esperen! No tengo pensar cosas como esa, está mal. Es cierto que gracias a él mis probabilidades de pasar cálculo III han aumentado exponencialmente pero, no debo olvidar que es un idiota “inmaduro” con algún tipo de trastorno de personalidad poco sensual que podría significar que eventualmente mi cuerpo apareciera desmembrado bajo un puente. Puede que no sea tan así pero prefiero no arriesgarme.

Abrazo mi hoja y la beso apasionadamente, definitivamente entre yo y las buenas notas hay algo candente e innegable, se hacen las difíciles pero en el fondo me desean.

Corro a la puerta para contarle a Carmen, pero antes finjo que me ha ido mal, cosa que por cierto no me resulta, estoy que ardo, chispitas de amor y felicidad saltan de mi cuerpo, sería capaz de terminar con la guerra en Irak con un bombardeo de buenas vibras y esperanza ¡Si hasta me estoy poniendo cursi!

—¿Pasaste?

—No—digo con una sonrisa de treinta kilómetros y medio. Esto definitivamente no está resultando— bueno sí… me saque un seis coma seis.

—Dios, el fin del mundo se acerca.

—Lo se, y es tan hermoso—suspiro. Todo parece tan perfecto, los pájaros cantan, el sol brilla, el ciclo del agua sigue funcionando, ni siquiera me importa ser aun virgen. Podría detener mi vida en este segundo… eso sonó patético pero que va ¡Tengo un seis coma seis! Nada, absolutamente nada podría arruinar mi humor en este día, repito, nada.

—¿Que harás con la prueba?

—La mandare a enmarcar y dedicare mi vida a las charlas motivacionales.

—Podrías simplemente ponerla en el refrigerador.

—¿Refrigerador? Pfff… el único refrigerador digno de este papel es el del Louvre. Entre la Mona lisa y la Venus de Milo—arquea su depilada ceja y me acompaña hasta la cafetería. Se aleja un poco de mi lado, probablemente el brillo de mi buen humor la deslumbra, en verdad purifico todo a mi paso.

Nos servimos un café y al tocar el vaso siento como le transmito mis buenas vibras a aquel pequeño objeto de plástico. Considérate suertudo pequeño vasito, has sido bendecido por mi virginal toque.

—Hoy será un gran día, lo presiento.

—¿Perderás la virginidad?

—Puede ser, no lo se, puede que incluso un millonario sadomasoquista baje de su limosina frente al departamento y me pida matrimonio.

—¿Te terminarse Cincuenta sombras de Grey?

—¡Sí! ¿Tienes la segunda parte?

—Claro mañana te la paso…

Subo al metro y mágicamente hay un asiento para mi, uno del lado de la ventana ¿Qué puede ser mas maravilloso? ¡Ah! Claro, me toco un tren con aire acondicionado, lo único que falta es que un hombre en traje se apareciera ofreciendo sodas gratis.

—¿Quieres?—miro mi hombro al sentir algo helado tocarme, es una Coca cola, de esas que salen en la tele con gotitas resbalándose en cámara lenta y que son enfriadas en el polo norte.

El departamento de salvadorWhere stories live. Discover now