♠ Capítulo 20: Voraz

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Bueno, Gabriel me besó, nos desnudamos, caímos a la cama y…

—Espera, espera, espera... No, no, no.

—¿Qué?—digo a Carmen quien me mira con los ojos abiertos de par en par.

—No vayas tan rápido, cuenta toda la historia no el resumen ejecutivo—espeta molesta, Dani asiente. Aprovecho de masticar mis intactos tomates, desde que llegué a almorzar que no han dejado de preguntarme cosas sin sentido, por lo tanto ni siquiera he tocado mi almuerzo. Es una sorpresa bastante agradable poder recordar los hechos de la noche ante pasada pero no era necesario el interrogatorio.

—¿Y que más quieren que les cuente? ¿Quieren saber si lo hicimos?

—Sí, pero ni siquiera entiendo como es que terminaste encamada con él—responde Daniela.

—Está bien ¿Desde donde parto?

—Desde que te dejamos en la puerta.

—De acuerdo. Louis y tú me dejaron en la puerta, caminé con sumo cuidado de no caerme, el piso se volvía resbaladizo con cada paso debido a la lluvia, y mi equilibrio no era precisamente el mejor debido a mi estado etílico. Traté de sacar las llaves de mi bolso pero la tarea se me antojaba titánica con todo dándome vueltas.

—¿Son estas horas de llegar señorita?—dijo el viejo pachacho de Don Germán observándome con cara de padre decepcionado, y ustedes saben lo que opino de los padres decepcionados, en fin, solo suspiré, lo malo es que con el alcohol se me desinhibe la lengua…

—Y la piernas—acota Carmen. Yo prosigo.

—Así que le dije con mi mejor tono de mujer independiente y liberal…

—No creo que haga este mismo show a mis compañeros de piso, es más tengo la sospecha que hasta los felicita, ahora ¿Me va a abrir la puerta o seguirá deleitándose de mis incapacidades motrices? Porque espérese un tantito, que después de esto viene el segundo acto llamado "como encajo la llave en el cerrojo"—pareció intimidarse con mi alcohólico discurso y para mi tranquilidad me abrió la reja, incluso me llamó el ascensor.

Lo único que no hizo fue apretar el botón del quinto piso, razón por la cual me quede su buen par de minutos esperando que mágicamente subiera, lo cual no sucedió. Ya estaba yo preguntándome como era que el viaje hasta el quinto piso era tan largo cuando las puertas del ascensor se abrieron. Era Gabriel. Lo mire desconcertada, según yo estaba tan borracha que me parecía que caminaba raro, la verdad es que él estaba tan borracho que caminaba raro por sus propios medios.

—Camila...

—Gabriel...

Trató de pararse derecho pero no pudo mantenerse mucho tiempo, recuerdo que me pareció extremadamente atractivo en su chaqueta de cuero negro y jeans rotos en las rodillas ¿Les he comentado que me encantan los jeans? Bueno, a eso súmenle que estaba mojado, y los hombres mojados son sexys, no todos, pero Gabriel ¡Ufff!

Finalmente subió y se paró a mi lado esperando que el ascensor nos llevara a casa, pero como a ninguno de los dos se le ocurrió que las maquinas no tienen ideas propias y que hay que darle ordenes para que funcionen—como por ejemplo presionar el botón del quinto piso—nos quedamos ahí esperando algo que nunca llegaría. Parecía que ya no volveríamos a hablar cuando me acorde de mi motivo de festejar, que dicho sea de paso no era año nuevo.

—¡Saqué un seis coma seis!—grité a todo pulmón levantando mis brazos, él me abrazó de la cintura y me giró en el aire. Debí haberme golpeado por que estábamos en un ascensor minúsculo pero no logro recordarlo, es más me sorprende que no nos fuéramos de bruces al suelo, estábamos lo suficientemente borrachos como para no poder dar dos pasos.

El departamento de salvadorWhere stories live. Discover now