♠ Capítulo 5: ¡No uses un malentedido como pretexto para vivir con dos hombres!

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Estoy en la selva amazónica, el guía habla sobre serpientes mortalmente venenosas, no se que bicho le pico, pero está algo sicótico sobre el tema. “Una muerte lenta y dolorosa” repite abriendo los ojos “Si ven una no dejen que les hable, si les habla están perdidos”, la mítica serpiente habladora del amazona, pocos han sobrevivido a su mordida… ¿Desde cuando se tanto de serpientes?

Me volteo y no veo al resto del grupo, busco al guía, no lo veo, no escucho su voz, nada. Repentinamente todo esta tan oscuro, que ni siquiera veo las hojas de los helechos junto a mí ¿Es que acaso tendré que sobrevivir sola desde ahora en adelante? Trato de recordar al tipo de la televisión, a ese que le pagan por beber su propia orina en el desierto y alimentarse de hormigas.

Escucho un siseo haciendo eco en el desamparo de la noche en la jungla, algo acaricia mis piernas, es sumamente suave y frío. Miro hacia abajo y veo al reptil de ojos dorados, enroscándose en mí, mirándome fijo.

—Corre…—me susurra, yo me aterro de inmediato. No puedo moverme y sudo frío.

—Corre…—repite.

—No quiero morir virgen—respondo casi al mismo segundo en la que ella salta sobre mi mordiendo mi dedo gordo de la mano izquierda. Causa tanto dolor que ni siquiera puedo gritar…

—Espérate un tantito Camila ¿Me estas tratando de decir que una serpiente sumamente venenosa te amenazo de muerte en medio de la jungla amazónica y lo único que pudiste recordar es que aun eres virgen?—pregunta Álvaro saliendo de su lectura.

—Es un sueño Álvaro—respondo. No es mi mejor excusa pero no quiero dirigir la conversación hacia mi obsesión con el tema.

—¿Y entonces?—pregunta Carmen con una barra de cereal a medio mascar en la mano.

—Y entonces desperté… no había jungla, no había serpiente, solo estaba el intenso dolor en mi dedo, se me salio la gasa durante la noche y el maldito gato no encontró nada mejor que lamer mi herida, en eso estaba cuando abrí los ojos.

—Que lindo, solo trataba de ser amigable contigo—comenta Daniela

—¿Amigable? Con esa misma lengua se lame las p…

—Espera—interrumpe Álvaro—nada de esto explica como te partiste la uña en dos pedazos.

Hago un segundo de silencio. Mi táctica para evadir el tema ha fracasado completamente. No quiero contarles que estoy viviendo con dos completos extraños, eso los haría entrar en pánico.

Son las nueve de la mañana, sale el sol por las montañas, es lunes, tengo certamen oral el jueves y mi dedo palpita al ritmo de la sinfonía del dolor (es como la canción de la alegría pero con gritos desesperados y sufrimiento), no le puedo pedir más que un mediocre plan de evasión a mi cerebro. 

Estamos sentados como siempre en la cafetería frente a la universidad, el lunes es el único día en que nuestras ventanas coinciden y nuestras clases son todas en la misma cede, pero para mi mala suerte no hay ni luces de mi estudiante de medicina favorito, la verdad no es mi estudiante de medicina favorito, y eso que no conozco ningún otro estudiante de medicina.

—Creo que ya es hora de ir a clases—Menchu me salva magistralmente. Nos levantamos cada uno con dirección a su clase, la mía es “Calculo III”, Carmen me acompaña hasta la puerta, no puede parar de regañarme sobre lo peligroso que es dejar una herida como la mía sin tratar, la escucho los primeros dos minutos, la ignoro los siguientes diez.

—Si vez a Claudio dile que necesito que vea mi dedo—suplico antes de entrar, ella asiente con desgano.

El departamento de salvadorWhere stories live. Discover now