Me llevo dos grandes preocupaciones.

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SIA

¿Es que simplemente nada podía salirme bien? Primero casi me quedo encerrada en mi propio armario, después tengo que limpiar otra ciudad de miles de Tristwch, tuve a la mismísima tristeza frente a mí, y ahora esto.

Entre la nieve salí corriendo a la casa de los Grey, mamá no intentó detenerme como siempre cuando bajé las escaleras corriendo y gritando que iba a lo de Tucker, seguramente ya se imaginaba porqué. Mientras corría me ponía el broche mágico en el pelo, si algo había aprendido de los libros de aventuras es que nunca se sale de casa sin estar preparado (¿Les conté que el arco se encogía hasta que entraba en mi bolsillo?). Llegué completamente agitada, en la puerta me esperaban Rafa, Fred, Charlie y Daphne. Le lancé una mirada furiosa, no podía creer lo que había hecho. Los chicos se apiñaban en la puerta y me miraban preocupados.

- Se encerró en la casa del árbol - me dijo Rafa yendo hacia mí. Él era el baterista de la banda y un muy buen amigo. Él y Tucker iniciaron la banda, después se unió Fred, que es bajista y saxofonista y por último Charlie como segundo guitarrista y tecladista - Clair y Roger no están, fueron a la tienda.

- Gracias - murmuré. Daphne no se había movido de su sitio pero cuando llegué a la puerta fue hasta mí y me agarró del brazo.

- ¡Lo siento! - dijo acongojada - Pensé que él sabía que tú sabías y cuando me preguntó cómo lo sabía... bueno... no tenía idea de que él no lo sabía y que se iba a enfadar así.

- ¡Cuando es un tema así te haces la desentendida y cuando él te cuenta te sorprendes! - le grité furiosa - ¡¿Cómo no iba a enfadarse si yo lo sabía y él no?! ¡Es su padre!

Y sin más se fui al patio trasero.

"La casa del árbol" como le había dicho Rafa, era un nombre que no le hacía justicia. Era un trabajo en que el nuestros dos padres y nuestros dos tíos había trabajado todo un verano. No solamente era un piso de madera, tenía paredes, puertas, ventanas con vidrios, ¡Instalación eléctrica!, todo un lujo. Había jugado allí hasta el hartazgo, había acampado y hasta que nuestras madres no nos gritaban que entráramos, teníamos los labios morados por el frio o no podíamos respirar por el calor no regresábamos. Era nuestro lugar, lejos del mundo, lejos de la realidad. Allí es donde Tucker escribía sus canciones, donde nos encerrábamos para hablar de cosas privadas. Que ahora sea algo que nos separaba me dolía mucho. Subí los escalones con cuidado y empujé la trampilla, me sorprendía al ver que no estaba cerrada.

Entré con cuidado y vi a Tucker sentado en un banco improvisado. Con los años la madera se había estropeado un poco y ahora crujía, así que la idea de pasar desapercibida tuve que descartarla.

- Tuck - murmuré. Él no se movió. Me acerqué hasta él y puse una mano en su hombro, él siguió sin inmutarse - Lo siento, de verdad, pero no podía hacer nada. No me correspondía decírtelo y si lo hacía solamente te amargarías - él siguió sin decirme nada -... Tucker... ¡Hablame por dios!

- ¿Lo sabías desde hace casi dos semanas y me mentiste todo este tiempo? - me preguntó sin verme.

- ¡No te mentí! - dije alterada - Entiende por favor... yo no podía decírtelo, tenían que hacerlo tus padres.

 - ¡¿Quieres que entienda cómo mi mejor amiga me ocultó que mi papá está por irse de campaña?! - me gritó de pronto, poniéndose de pie - ¡Fui el último en enterarme! ¡Hasta la banda lo supo antes que yo y todo por ti!

- ¡Yo no se los dije! - le respondí enfrentándolo aunque sentía lágrimas en los ojos - El día que me enteré estaba tan mal que llamé a Daphne y se lo dije porque es mi mejor amiga ¡Ella fue la boca floja! Además fue por casualidad, escuché a tu mamá hablar con la mía en el negocio, es más, ni siquiera se dieron cuenta que escuchaba.

Me llamo Jack Frost, ¿Y tu?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora