Una nevada invade mi cuarto.

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SIA

Creo que di la vuelta más grande que podría haber hecho en mi vida. Cuando llegué a la camioneta papá estaba cargando unas pocas aves, no había sido un buen día.

- ¿Dónde estabas? - me preguntó de mal humor. Yo inspiré y puse mi mejor cara de despreocupación.

- En el lago ¿Por qué? - mentí. Marty clavó su mirada en mi, seguramente pensaba que yo había socorrido a su presa... si tan solo supiera.

Papá también me miró a los ojos, pero su mirada no me intimidaba, después de todo lo que había pasado hoy siquiera él podía asustarme. No me dijo nada más y con un gruñido me indicó de subir al auto. Todo el camino fue silencio, cosa que agradecí, no quería hablar sobre lo que había pasado, o no, en el bosque.

Cuando llegué a casa siquiera hablé con mamá, fui directamente al cuarto, me descambié y me interné en el baño bajo el chorro de agua caliente de la ducha. Quería creer que todo había sido un sueño, que me había golpeado la cabeza o la nieve me hacía alucinar... no lo sé, cualquier cosa. Pero cuando cerraba los ojos era como si lo estuviese viendo otra vez... Vamos Sia, es un personaje de cuentos... no puede ser real. El abuelo Jamei te dijo mil veces que debías creer, que eran reales pero no podía estar hablando de esto... no podían ser reales-reales. Ellos solamente existían para mantener la fe en los niños ¿O no?

Solamente salí de la ducha cuando mamá me llamaba para la cena, pero le dije que no tenía hambre y regresé a mi cuarto a toda velocidad. Me puse mi pijama, mi suerte favorito y me tiré en la cama a meditar. Tenía que pensar, es decir, lo que pasó es real, nadie puede negármelo pero ¿No estaré volviéndome loca? ¿No tendré visiones? tal vez todo sea producto de mi imaginación, siempre me dijeron que tenía una imaginación activa. Suspiré y me giré buscando mi teléfono, quería escuchar música y tenía todo ahí. Lo tomé de la mesita de noche y busque en el cajón los auriculares... no, los dejé en la mochila porque...

Entonces me di cuenta. ¡Había dejado mi mochila en el bosque! Me llevé las manos en la cabeza. Maldita sea. A mí me gusta el bosque, bueno, me encanta, pero después de hoy creo que no voy a volver a pisarlo. Adiós a todo lo que tenía en mi mochila, principalmente, mi cámara... ¡Oh dios, mi cámara! Todo mi trabajo, las horas de filmar a Dafne patinando, mis propias prácticas... Mierda.

Me cubrí la cabeza con la almohada mientras decía todas las injurias que conocía. Pocas veces he insultado tanto en tan poco tiempo. Cuando logré calmarme lancé la almohada por la habitación, me voltee en la cama y cerré los ojos. Siempre dicen que el sueño mejora cualquier situación.

No sé cuanto habré dormido, solamente sé que estaba muy cómoda, había encontrado ese punto calentito en la cama que no te sofoca pero a su vez mantiene alejado al frío.  Había logrado olvidar el tema de la mochila, por fin estaba calma cuando de repente escuché ruido en mi ventana. Me giré,  no iba a levantarme por una tonta rama que golpeaba el vidrio. Por suerte después de unos golpes más dejó de sonar, quizá se había acomodado o el viento lo había movido. Me revolví en la cama, de pronto tenía frío, era como si la temperatura del cuarto hubiese bajado diez grados. Quería gritarle a mamá que suba la calefacción ¡Me estaba congelado! Finalmente me decidí por levantarme y buscar alguna otra frazada, pero cuando abrí los ojos no fue mi aburrido cielo raso lo que vi.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Me llamo Jack Frost, ¿Y tu?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora