Tengo un padre y dos mejores amigos celosos.

20.9K 1.3K 500
                                    

SIA

No sé por cuánto tiempo dormí, me sentía tan mal que me dejé caer en la cama en cuanto dejé de ver a Jack y me enterré entre las cobijas. Escuché el trinar de los pájaros en mi ventana y el sol calentando, pero no quería levantarme, apenas estiré la mano para ver la hora y era las diez de la mañana, todavía podía dormir un poco más. Cada vez que cerraba los ojos era como entrar en un sueño profundo, ni siquiera recuerdo haber soñado. Medio me desperté cuando escuché la puerta abrirse, pero lo ignoré, pensé que sería mi madre buscando ropa o algo. Alguien se sentó en mi cama, seguí sin moverme, entonces me peinaron el pelo y se acostaron a mi lado.

- Buenos días dormilona - me dijo una voz justo sobre mí. Entonces me sonreí, hacía mucho que él no venía a despertar.

- Buenos días - dije abriendo los ojos y encontrándome con los de Tucker. Estaba junto a mi, el pelo castaño desordenado y lleno de nieve. Me sonrió y volvió a acariciarme el pelo, parecáía algo preocupado.

- ¿Estás bien? pareces triste.

Me acomodé a su lado, tenía olor a ropa limpia, leña y chicle de menta, me gustaba. Aspiré la frescura de su cazadora y cerré los ojos un momento, mientras él seguía peinándome el pelo. Me refregué los ojos y suspiré, miré por la ventana aunque no sé muy bien qué es lo que esperaba, era obvio que Jack no se aparecería a esta hora. Me hubiese gustado que viniera, al menos para saber que estaba bien, después de lo de anoche estaba bastante preocupada.

- A ti te sucede algo pelirroja - dijo Tucker todavía recostado en mi cama. Por un momento quise acostarme junto a él, sabía hacerme reír, quería que me hiciera reír.

- Nada, creo que tuve pesadillas - mentí, sabía que no era cierto, pero ¿Cómo decirle que mi mejor amigo que estoy preocupada por alguien que supuestamente no existe?

- Entonces, levántate y cámbiate, vamos a patinar.

- ¿Qué? - pregunté.

- Si, vamos, hace mucho que no patinamos.

Media hora después Tucker y yo bajábamos por la escalera riendo y contando chistes tontos con los patines al hombro. Todo lo de la noche anterior parecía muy lejano, estábamos por entrar a la cocina cuando escuché la voz de mis padres, le hice un gesto a Tuck y nos quedamos junto a la puerta.

- No me parece que un muchacho vaya a despertarla - decía mi padre con enfado. Sentí las mejillas arder y la risa ahogada de Tucker en mi espalda.

- Ya déjate de tonterías Robert, tu hija tiene diecisiete años y él es su mejor amigo desde los siete. Además yo le dí permiso - No sé si sentirme aliviada o perturbada ¿No se supone que las madres son las que te dicen que tengas cuidado con los chicos y blablabla?

- ¿Tu se lo permitiste?

- Había subido media hora antes y no vi nada raro, Tucker quería sorprenderla y me pareció un lindo gesto, cuando eran niños siempre lo hacían y nunca te molestaba.

- ¡Porque eran niños! - dijo mi padre - Ahora ella es una señorita y él... bueno... un muchacho... los chicos cambian Molly... tienen otras necesidades.

Tucker me miró con ojos divertidos, yo me tapaba la boca para no estallar en carcajadas aunque en realidad me sentía bastante avergonzada.

- ¿Realmente crees que nuestra hija se estaría besando con su mejor amigo mientras nosotros estamos en la casa Rob? Quiero confiar que al menos sería inteligente como para hacerlo cuando no estamos - muy bien, ahora definitivamente estoy colorada. Tucker se acercó a mi por detrás hasta quedar a la altura de mi oído.

Me llamo Jack Frost, ¿Y tu?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora