Tres tipos feos quieren matarme.

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JACK

No soy muy bueno que digamos con el tiempo, es decir, soy inmortal, no me preocupa demasiado, pero hoy revisen tres veces el reloj de la iglesia solamente para ver que avanzó tres míseros minutos. Eran las dos de la tarde, supuestamente en un hora Sia iría a mi lago. Todavía me dolía la cabeza por intentar entender todo lo que había pasado ayer.

Sé que no fue lo mejor congelar sus tuberías, pero decirme "celoso" ¿De qué podía estarlo? Además, yo no soy celoso y punto. Solamente me molestó, necesitaba hablar con ella pero claro, tenía que irse con Tucker. Sentí una molestia en el estómago, algo pesado, como me hubiese comido una pesa. Negué con la cabeza y volví a mirar el reloj, por fin, ya eran las tres menos diez.

Salí volando en dirección al lago, cuando llegué estaba tan desierto como siempre, pocas personas iban, decía que el hielo tenía fama de romperse... si supieran. Me senté en un viejo tronco a esperar, era un lindo día. Todavía me daba vueltas la historia de Norte, los problemas nuevos, y lo que nos dijo el Hombre de la Luna... eso era lo más extraño ¡Diablos! ya me duele la cabeza otra vez.

Me masajee un poco la frente cuando escuché risas, risas de niños. Miré confundido y de pronto vi a Emily, la prima de Sia ir corriendo hasta el borde del lago y detenerse justo antes de tocar el hielo. Un poco más atrás venían los gemelos haciendo una guerra de bolas de nieve y por último Sia, buscando algo entre los árboles.

Llevaba el mismo gorro de lana que tenía la primera vez, los mechones desmechados salía disparados para todos lados y la trenza aparecía a un lado. Cuando por fin me vio me sonrió y apenas sacó la mano de los bolsillos. Llegó a mí con una sonrisa culpable, los niños siquiera se habían dado cuenta de que estaba presente, estaban demasiado ocupados jugando con la nieve.

- Lo siento, llegó mi tía y preguntó si no podía sacarlos a pasear  - dijo - Es tu culpa por hacer otro día nevado.

Sonreí, solamente entonces los niños me miraron.

- ¡Jack! - dijo uno de los gemelos, creo que era Paul... o Tayler... bah, es lo mismo.

- Hola Jack - me dijo Emily sacudiendo enérgicamente la mano. Yo le hice un gesto.

- Vayan a jugar solos ahora, no se alejen - dijo Sia. Me miró como si estuviese lista para escucharme pero entonces pareció recordar algo - ¡Paul, Tayler si ven nieve amarilla no la tomen; si encuentran algo en el bosque que no sean piñas no lo tomen; no molesten a los animales: y por favor, no quemen nada! Emily, ten cuidado y no vayas a donde el hielo sea trasparente.

Los niños bufaron y se fueron, Emily musitó un suave "si" mientras terminaba de atarse los pequeños patines. Me quedé viéndola divertido al notar que le costaba un poco hacer el nudo.

- ¿Y de qué querías hablar tan urgentemente Frost? - me preguntó Sia cuando se sentó. Me miraba fijo, como siempre, con una sonrisa graciosa y ojos curiosos. 

- Eeeeh...

- Debió ser algo importante para irme a buscar a las nueve de la noche a mi casa y decirme de salir ¿No?

¿Idea mía o había dicho solamente "Eeeeh"? Cerré fuertemente los ojos y los volví a abrir, estaba aturdido. Allí fue cuando aquel peso volvió y de un solo movimiento atravesó mi estómago y se fue directo a piso. Después sentí una repentina paz interior, como si todo en mi se relajara. Sia me rascaba el cuello, justo donde empezaba los primeros mechones de pelo. La escuché reír y la miré.

- Todavía no conozco a alguien que se resista - me dijo sonriendo y sin sacar la mano. Sonreí.

- Hacía siglos que alguien no me hacía esto... había olvidado lo genial que era. 

Me llamo Jack Frost, ¿Y tu?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora