Capítulo 16.

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-¿¡Qué es esto!?- exclamó Sonia, con su cara estirada por la sorpresa al ver un auto de más en el garage.

No sabía qué responderle, porque yo tampoco tenía ni la más remota idea de qué hacían dos autos en el garage. El gris se supone que había sido destruido en la madrugada por...

Mierda. Cristóbal. Él había comprado los autos, estaba totalmente segura de eso. Recordé cuando luego de revelarme su verdadera identidad dijo que compraría otro auto igual al de Sonia, a pesar de que yo entre mi sorpresa y mi delirio le dije explícitamente que no lo hiciera, que podía pagarle lo que había hecho a mi amiga.

Eso por todos lados sonaba ilógico, porque en primer lugar no tenía ni un centavo encima para poder pagarle un auto que seguro costaba millones de Bolívares; y segundo, porque en ese momento estaba a punto de volverme loca.

Pero que Cristóbal hubiese comprado dos autos era el colmo. No tenía por qué hacer eso. Yo no merecía tener un auto, y menos con la mala suerte que tenía con ellos. Tenía que llamarlo y hacer que devolviera el último, y buscaría alguna forma de agradecerle el enorme favor que me había hecho.

-¿De quién es ese otro auto?- preguntó Sonia volviendo su rostro hacia mi, pero esta vez me miraba con una expresión diferente a la sorpresa. Más bien parecía una cara de picardía.

Ok, ahora tendría que mentirle una vez más a quien consideraba una de las mejores chicas que había conocido en mi vida. Me sentía sumamente mal por eso, pero no podía meterla en un embrollo del que estaba segura era muy difícil salir.

-Es mío.- solté de una, y al hacerlo me sentí estúpida. No le mentí en lo absoluto, mi cuerpo no obedecía a lo que pensaba, era una imbécil. Ahora que lo había arruinado, tenía que completar la historia del aguna manera coherente.

-¿Tuyo?- preguntó, abriendo sus ojos como platos- ¿Y se puede saber quién te regaló ese auto?-

Sonia tenía una cara de sorpresa fingida, lo pude notar por sus expresiones muy teatrales, así que supuse que sabía la respuesta.

-Cristóbal Bolívar. Él me regaló el auto.- dije, en voz baja pero audible. Sonia enloqueció.

-¡Oh por Dios! ¡Eres una mentirosa!- dijo, mientras se acercaba hacia mi mostrando una cara radiante. No estaba enojada o extrañada, sino que por el contrario, tenía emoción.-¡Dijiste que no tenían nada, pero ya te descubriste!-

-¿Qué? Yo no...- La forma en la que Sonia había interpretado mi respuesta era errada en todos los sentidos. No tenía idea del por qué pensaba ese disparate, pero en la cabeza de Sonia cualquier cosa podía ocurrir.

-¡Eres una pilla!- dijo la rubia, mientras hundía un dedo en mi mejilla, a manera de burla.

-Sonia... No...- suspiré, retirando algo bruscamente su dedo. Ahora estaba enojada con Cristóbal, le iba a devolver el auto a cualquier costo. Iba a su casa a reclamarle por atreverse a darme un auto sin yo pedírselo.

¿Pedirlo? Ni que él y yo tuviesemos algo para yo ser capaza de pedirle algo. Sólo había una mínima relación de jefe-empleado. No teníamos confianza para hablarnos como amigos, ni para... Abrazarnos.

-Rosa... ¿Puedes darme las llaves del auto? Mi bolso...- dijo ella, expectante.

Si ese auto era nuevo, las llaves que yo tenía no podían servirle. En mi cuerpo el enojo se mezcló con los nervios, pero tuve que disimularlos muy bien.

-Espera... Las llaves están en mi bolso.- Le dije, mientras estiraba una mano frente a ella en señal de que esperase.

Corrí hasta la sala, y en el sofá más cercano a la entrada estaba mi bolso. Lo abrí cuidadosamente, esperando un milagro, y de hecho lo había. Dentro habían tres juegos de llaves, las del auto viejo de Sonia, las del nuevo... Y las del mío. Estaban identificadas con un adhesivo pegado a ellas, y rápidamente los quité y saqué solo dos llaves. Al sacarlas, noté que había un papel doblado dentro del bolso.

Sol Durmiente.Where stories live. Discover now