Capítulo 9.

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Era la mañana de inauguración. Tenía demasiado sueño, no quería levantarme porque mi cama estaba excesivamente cómoda, pero algo diferente me hizo abrir los ojos.

Había sol. Por primera vez en tres días era un día soleado en San Antonio. Salté de la cama corrí hacia la puerta corrediza, esto tenía que ser un sueño. La abrí, y la calidez de los rayos matutinos bañaron mi rostro. Era totalmente cierto, el sol había llegado, este sería un gran día.

Estuve tomando el sol un rato hasta que sentí un rugido en mi estómago. Tenía hambre, así que tuve que dejar el estupendo sol que había para ir a desayunar. La noche anterior me había quedado hasta tarde hablando con Sonia acerca de la familia Bolívar.

Le conté sobre lo extraños que se pusieron cuando les pregunté su país de origen, estaban muy nerviosos. También que Héctor había sido adoptado por los padres de Lucía y Cristóbal, pero que al crecer se enamoraron y se casaron, lo cual para mi era algo totalmente fuera de lo común. Esa familia no tenía un sentido de lo que la palabra "hermanos" significaba. Es extraño que alguien se enamore de su hermano adoptivo y se case con él.

También le conté mi opinión sobre ellos, sobre el menor de ellos específicamente. Aunque nunca le conté acerca del intercambio de miradas entre el hombre y yo. Cristóbal era una persona algo extraña, pero encantadora. Sus ojos que demuestran total comprensión y afecto, pero a la vez tiene un brillo maligno en ellos. Su cara de facciones fuertes, con su rastro de barba y su cabello cayendo en mechones sobre ella. Era alguien de quién fijarse, definitivamente.

Bajé a la cocina, Sonia ya estaba despierta y vestida con un vestido blanco de flores rosadas. Creo que estaba acostumbrada a despertar temprano.

-Buenos días, rayito de sol.- dijo Sonia al verme entrar.

-Buenos días Sonia.- dije, sonriendo.

-Hoy es la gran noche ¿eh? Seremos una editorial famosa.- dijo Sonia, y gesticuló al decir la palabra "famosa".

-Si, supongo.- dije, algo incómoda. Sabía que tendría que caminar entre la multitud, charlando con las personas de la alta sociedad, tomándome fotos y saliendo en la página de sociales del periódico. Eso me hacía respirar agitadamente, porque la farándula no era precisamente mi fuerte.

-¿Qué te pasa? ¿No estás feliz por la fiesta? ¿No sabes que te pondrás?- preguntó Sonia, mientras hacía una salsa para espaguetis, que olía realmente delicioso.

-Verás... Es que yo me hice periodista para no resaltar, solo ser un nombre y ya. Pero con esta inauguración tendré que hacer eventos sociales y esas cosas a menudo.- 

-Estás equivocada.- interrumpió Sonia, mientras me apuntaba con un cucharón de madera lleno de salsa- Yo soy quien organizaré los eventos, tú solo apareces y sales bella en las fotos. Y quizás dar un pequeño discursito.-

-Bueno, en los discursos no hay problema, porque no tengo miedo escénico. Pero no me gusta la idea de "brillar".- dije secamente.

-¡Ay! dejate de pesimismo.- dijo Sonia, mientras daba la vuelta a la cocina y se sentaba a mi lado, en el largo mesón de mármol rojo.- Mira, hoy va a ser un día magnífico. Hasta hay sol, deberías estar alegre.-

Sonreí. A pesar de que no era un gran apoyo, Sonia siempre me hacía sentir mejor, tenía un carisma especial que alegraba a todo el que la conociera.

-Es más, después de comer estos sabrosos espaguetis, vamos al salón de belleza.- dijo, sonriendo.

-¿Salón de belleza? No vale, yo no...-

-¿No me digas que no has ido a un salón de belleza?- dijo Sonia, con sus ojos casi desorbitados y algo sorprendida.- es extraño, porque pareces de las chicas que se arreglan todo el tiempo.-

Sol Durmiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora