Capítulo 10.

48.2K 1.7K 145
                                    

Busqué unos guantes negros, eso me daría el toque perfecto. Bajé las escaleras, y mientras esperaba a Sonia me senté en un sofá muy elegante en la enorme sala. Antes de irme, tenía que llamar a mi padre, así que tomé el teléfono y marqué. A los tres tonos atendió una voz que reconocería a tres mil kilómetros.

-Papá, ¿como estás?.- sonreí. Extrañaba oir su voz, aunque solo hubieran pasado dos días desde que no hablaba con él.

-Rosita, ¿eres tú?.- dijo la voz ronca de mi papá. Evidentemente lo había despertado con mi llamada.

-Si papá. Te llamo para decirte que estoy bien, ayer tuve mi primera reunión, conocí a los jefes.- dije, aunque la verdad no quería extender el tema.

-¡Que bueno hija! Bueno, ¿Y qué tal te fue?.- preguntó. Había tocado otro tema del que no quería hablar.

-Ehmm... Bien, bien. Los jefes son algo intimidantes, pero son agradables cuando los conoces.- dije, en voz baja.

-Bueno, así son todos los jefes Rosita. Ya verás que cuando asumas tu cargo, también te vas a volver intimidante.- dijo él, riendose.

-Ay papá, sabes que no soy así.- Claramente mentía. Era una persona sumamente autoritaria, mi carácter no era algo fácil de manejar, y él lo sabía muy bien. - Bueno, cambiando de tema, hoy es la fiesta de inauguración de la editorial y estoy muy nerviosa.-

-Cálmate hija, que todo saldrá muy bien, ya verás. Hoy solo es lucir bonita y ser sociable, porque eso es lo que le abre las puertas a una chica como tú.-

A pesar de que sonara algo discriminante, mi papá tenía razón. Era muy extraño que una mujer tuviera un cargo superior, y yo lo había logrado gracias a que el menor de los jefes lo había tomado como una broma.

-Gracias papá, en serio. Ahora debo irme, voy saliendo a la fiesta.- dije, y luego de despedirnos afectuosamente, colgué.

Al cabo de cinco minutos, la rubia apareció. Se veía muy linda en su vestido verde, y sus joyas relucían sobre la blancura de sus hombros desnudos.

-Vamos a ser la sensación, nos vemos hermosísimas.- dijo Sonia, bajando las escaleras con asombrosa gracia.

-Estás loca Sonia, sólo tú vas a brillar.- dije, apenada. Aunque la verdad, nunca me había sentido tan especial en mi vida. Ni en mi fiesta de quince años había estado tan ansiosa como en esa noche.

-Te lo digo en serio, pareces una motociclista sexy.- dijo Sonia, entrecerrando sus ojos verdiazules.-Bueno, ya basta de cumplidos. Es hora de la fiesta.-

Tomó su bolso y las llaves del auto, y luego de apagar las luces de la casa, salimos hacia la noche. El frío era increíble. A pesar de tener una chaqueta, estaba temblando, y un ligero vapor salía de mi boca. 

Pero solo era yo quien tiritaba, pues Sonia estaba tranquila caminando hacia el auto. Se detuvo, pues había notado que no me movía.

-¿Qué te pasa?- preguntó, mientras se acercaba a mi.

-Tengo frío.- dije. Tenía los brazos cruzados, cubríendome de la baja temperatura.

-Estás loca, es una noche fantástica. Es la más fresca que ha habido en todo el mes, y eso que esta mañana había sol.- dijo ella mirando hacia el cielo nocturno, con cientos de estrellas brillando. - Aunque, creo que va a llover, huele a humedad. Vamos, sube al auto antes de que empiece a lloviznar.- 

Abandoné la entrada de la hermosa casa blanca, y me deslizé dentro del auto. Iba a ignorar totalmente el frío, pues ahora tendría que acostumbrarme. En seguida el auto se puso en marcha, y nos encaminamos a la fiesta.

Sol Durmiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora