Capítulo 14.

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-Es una broma, ¿cierto?- miré a Sonia, totalmente impresionada.

-Ojalá y así fuera, pero no Rosa. Alguien murió durante la fiesta, al parecer en la madrugada.- contestó la rubia. Su cara estaba tan seria que sabía que lo que me decía Sonia era puramente la verdad.

Le dije que me esperara en la sala mientras tomaba una ducha rápida y me vestía, mientras trataba de razonar en qué momento Ariel había entrado a la fiesta y había asesinado al hombre, pero no encontraba ningún espacio entre los hechos.

De lo que sí podía estar segura era que él lo había matado. Ariel se había escabullido en la inauguración y sin que nadie lo notara acorraló a esa pobre persona. Me sentí mal por lo que vendría, pues ahora la familia del hombre se tendría que enterar que su hijo o esposo o padre había muerto.

Mientras me ponía un conjunto sobrio negro, vino a mi mente una imagen que me hizo paralizar. El estacionamiento, el hombre pálido y rubio apareciendo de la oscuridad de la noche, la charla extraña que tuvimos, aunque por un momento pensé que Ariel hablaba con él mismo, y la persecución.

Tuve que cerrar los ojos para poder tranquilizarme, pero al hacerlo otra imagen apareció. El sueño del bosque oscuro y siniestro y la persona que me seguía desde lo más alto de los árboles. Me había sentido segura por tan solo unos instantes cuando el rostro de Cristóbal había aparecido en mi sueño, hasta que toda esa sensación se esfumó con la transformación de el hombre en la cara del vampiro que me había querido asesinar.

Reprimí un grito. La pesadilla aún permanecía plasmada en mi memoria y por más que tratara de volver a la realidad, aún me sentía como en aquel bosque, o peor; como en la madrugada.

Terminé de vestirme y peinarme, no me maquillé porque este asunto tan grave no era para estarse arreglando tanto. Bajé las escaleras y ahí estaban Sonia y el hombre que había conocido hacía solo unas horas: Víctor Durán. El hombre alto y fornido se puso de pie del sofá blanco y mostró una sonrisa breve al verme, pero la verdad era que yo no podía devolverle el gesto.

En mi cabeza estaba buscando un hueco; un espacio en el que el vampiro se hubiese mezclado entre la multitud sin que la familia Bolívar lo hubiese visto, alimentarse del hombre hasta desangrarlo y luego desaparecer sin dejar rastro. 

No tenía ninguna duda, Ariel había sido quien lo había hecho. No sabía cómo ni cuándo, pero lo había hecho. Cristóbal me había asegurado que él y su familia no asesinaban personas, sino que tomaban la cantidad de sangre necesaria y luego los encantaban para que olvidaran lo sucedido, y yo confiaba en ellos. Era lo menos que podía hacer después de haberme salvado la vida.

Además de que ellos me habían contado que Ariel se había auto expulsado del clan Bolívar después de tener una gran discusión. Quizás había asesinado a otra persona para que comenzara tal pelea. Sólo eran conjeturas, pero todo encajaba tan perfectamente que podría asegurar que esa era la verdadera historia.

-¿Estás lista?- dijo Sonia, quien seguía con el vestido de la fiesta y se le veían unas ojeras marcadas. La pobre no había dormido en toda la noche después de haber descubierto el cuerpo del hombre.

-Sí.- dije, y ella, Víctor y yo salimos de la casa, dejandola a oscuras.

El camino al salón de fiestas estuvo algo silencioso, con Víctor conduciendo, Sonia en el asiento del copiloto y yo en la parte de atrás. Quería hacerle muchas peguntas a Sonia, comenzando el por qué no había llamado a casa en el momento justo en que se enteró del crimen, pero por suerte la rubia comenzó a hablar.

-¿Por qué demonios no contestaste el teléfono de la casa?- exigió Sonia, mientras se daba la vuelta en el asiento para mostrarme su cara de preocupación extrema.

Sol Durmiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora