Capítulo 5.

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Eso había sido extraño. No pude haberlo alucinado, no estaba tan cansada. Estaba segura de lo que había visto. La persona estaba viendo fijamente hacia la casa, hacia el balcón, hacia mi.

Pero no podia quedarme a pensar sobre lo que había visto todo el día, en serio quería darme un baño. Entré a la ducha, y el agua caliente salió a chorros por la regadera.

-Gracias, agua caliente.- pensé, mientras sonreía.

Estaba bañandome, cuando la imagen de la persona apareció de nuevo en mi mente. No entendía que podía hacer alguien parado en medio de la nada. Quería olvidarlo, pero se me hacía imposible. Salí del baño, y el aire frio hizo que temblara.

-Olvidé cerrar el balcón.- dije en voz alta, mientras tiritaba. Corrí hacia la puerta de vidrio y la cerré. El cuarto se calentó en seguida.

El clima frío no era lo mío. Los pocos días nublados y lluviosos en Puerto la Cruz no me agradaban, me quedaba en casa molesta. Pero ahora tendría que acostumbrarme, aquí viviría hasta quién sabe cuando.

Me puse un suéter blanco y unos jeans y bajé las escaleras. Comencé a buscar a Sonia.

-Sonia, ¿dónde estás?- grité.

-Aquí, en la cocina.- gritó la voz melodiosa de Sonia.- Estoy haciendo café, ¿te gusta el café?.-

-Claro que si.- dije, sonriendo. Una bebida caliente era lo que necesitaba.

Caminé por un pasillo algo estrecho a la izquierda de la sala, hasta que entré a la linda cocina.

-Wow, todo estan limpio aquí.- dije, fascinada.

-Gracias. Esto es lo que haces cuando estás aburrida en una casa tan grande, limpiar.- dijo Sonia, sirviendo dos tazas grandes de un buen café negro. Su aroma llenaba el espacio.

-Huele muy bien,- dije, tomando mi taza.

-Claro, lo hice yo. Soy una experta preparando café.- dijo Sonia, sonriendo- Por cierto, dormiste bastante, estabas exhausta.-

-No, la verdad no dormí. Solo me asomé al balcón y luego me di un baño.-

-¿Y estuviste en el balcón por tres horas?- dijo Sonia, mientras sorbía su café.

-¿Tres horas?- dije, extrañada- No, estuve como diez minutos y luego me di un baño.-

-Pues habrá sido el baño más largo de la historia, porque estuviste en tu cuarto casi toda la tarde.- dijo Sonia, sonriendo.

No era posible que eso ocurriera. No había tardado nada en el balcón... o bueno, no estaba segura. ¿Había perdido la noción del tiempo? ¿Que había pasado? Estaba algo confundida, la verdad. Hasta que la imagen me vino de nuevo a la cabeza: La persona parada como estatua mirandome fijamente. ¿Tal vez si había sido producto de mi imaginación?

- Si quieres, mira la hora. Tú llegaste a las dos de la tarde, y ahora son las cinco- dijo Sonia, sirviendose otra taza de café.

-Si, acabo de verla. Es extraño.- dije.

-¿Qué cosa?- preguntó Sonia.

- Cuando estaba en mi habitación, abrí la puerta del balcón. Miraba el paisaje, y cuaqndo bajé la vista hacia el camino, vi a una persona mirando hacia aquí.- conté.

-¿Y qué tiene de extraño? Sabes que por aquí viven más personas. Más adelante de este camino, en la última casa cerca de la montaña, viven los Bolívar. Son las únicas dos casas que están apartadas de todo.- dijo Sonia, tomandose su café.

-¿Los Bolívar? ¿Quienes son ellos?- pregunté, curiosa. Pensaba que esta era la última casa, pero había una más allá, lejos, en la montaña. Recordé las palabras del taxista, las mismas que había dicho Sonia.

-Son una familia de lo más extraña, casi nunca salen de su casa. La mujer, Lucía. Es la mujer más hermosa que podrías ver jamás, parece un ángel. Tiene un esposo, Héctor, que es un buenazo. Me encanta, y el hermano menor, Cristóbal, está solo. No he sabido que salga con alguien, o que tenga esposa, y me alegro de que no tenga, porque es demasiado guapo para ser real. ¿Y sabes qué es lo mejor de todo? Que lo vamos a ver casi todos los días en el trabajo, junto a su familia claro. Ellos son los accionistas de la editorial. Quieren que se extienda por el país.- dijo Sonia, emocionada mientras contaba la historia de la familia Bolívar.

-Entonces ellos me dieron el trabajo.- dije, emocionada.- Vaya, tengo que conocerlos y agradecerles por la oportunidad que me están dando.-

-Si, deberías, pero no vayas a su casa. Está tan escondida que te perderías. Yo solo se que viven en esta calle porque los he visto en su auto último modelo. Porque son multimillonarios, además.- Dijo Sonia.

-Interesante, entonces tienen mucho en qué gastar.- dije, asombrada.

-Si, sus padres vivían aquí, pero murieron hace años, dejándoles una gran fortuna. Luego se fueron creo que a Argentina, pero volvieron hace unos ocho años. La verdad no se mucho, solo repito lo que he oido en el pueblo.- dijo Sonia.

-Su vida es interesante,- dije- ¿Y por qué no salen de su casa?-

-No se. Solo salen para ciertos eventos. Mañana los verás en la oficina. Y verás a los guapos de Cristóbal y Héctor... y a Lucía, claro.-

-¿Van a estar mañana? Wow, entonces mañana es el momento. ¿Con cual de los tres debería hablar?- pregunté, ansiosa. Vería a mis jefes el primer día de trabajo.

-Claro, y también estarán en la inauguración de la editorial. Será una fiesta impresionante. Los Bolívar no se miden en gastos cuando de presumir se trata. Creo que Lucía es la que hace esas cosas ostentosas.-

El primer día de trabajo, la inauguración, mi empleo. Todo lo que me pasaba giraba en torno a los Bolívar. Tenía que conocerlos, y mañana era el momento.

Sol Durmiente.Where stories live. Discover now