Capítulo 13.

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Pude oir el ruido del auto de Cristóbal alejarse hacia el camino de la montaña, hasta que finalmente el sonido desapareció.

Estuve unos minutos parada en la sala, pensando en lo que acababa de suceder. El hombre que me había salvado la vida se había ido apresuradamente porque según él "era demasiado temprano". Habían tantas preguntas que me había quedado con ganas de hacerle, pero su prisa me lo impidió. Traté de analizar su frase, pensando en varios significados posibles, hasta que la respuesta me golpeó como una bola de demolición: El sol.

Había olvidado ese detalle de suma importancia: Cristóbal y su familia eran vampiros, y según algunos cuentos y películas, si ellos se exponían a la luz del día explotaban en llamas.

Un momento... Eso no podía ser cierto, porque yo los había visto actuar tranquilamente en la primera reunión de la editorial, y era de día. Entonces no tenía sentido que el sol les causara la muerte.

Tal vez muchos de los mitos que se cuentan acerca de los vampiros puede que no sean ciertos, y ahora podría comprobarlo porque conocía a tres de ellos en carne y hueso.

Era increíble que eso me hubiese ocurrido a mi, una simple chica que no había hecho nada para descubrirlo. Enterarme de la existencia de esas criaturas era algo extraordinario. Un mundo de magia y mitología se abría ante mis ojos, mostrándome una verdad que había permanecido oculta durante siglos. ¿Y si aparte de los vampiros, existieran otras criaturas?

Eso era totalmente lógico. Si esos seres habían permanecido escondidos, ocultando su verdadera identidad ¿Qué le impedía a otras criaturas mitológicas hacer lo mismo?

Caminé a la cocina a buscar un vaso con agua, y me percaté de que la taza de café de mi misterioso invitado aún seguía en la mesa, dandome cuenta de que todo lo que pasó no había sido un sueño.

Sueño. Comencé a bostezar constantemente, tenía veinticuatro horas sin pegar un ojo, y el cansancio hizo aparición. Tomé el agua y lavé la taza, sientiendo como el agua fría corría por mis manos.

Subí las escaleras y entré a mi habitación, en dónde al ver mi enorme y cómoda cama, me lancé en ella y en seguida me quedé profundamente dormida.

Abrí los ojos, pero lo único que podía ver era oscuridad. Al parecer era de noche, y estaba en el exterior, porque una corriente de aire frío recorrió todo mi cuerpo, haciendome temblar. Me puse de pie, y noté que el piso era fangoso e inestable. Mi ropa estaba manchada de la misma sustancia lodosa. Una nueva y más fuerte ráfaga de viento hizo aparecer una luz blancuzca me indicó el lugar exacto en dónde estaba: rodeada de árboles tan altos que tapaban la luz de la luna, volviendo a colocar todo en tinieblas. Estaba en un bosque, pero no había ningún ruido que lo indicara. No se oían aves, ni insectos, sólo mis pies tratando de zafarse del lodo en dónde estaba acostada hacía un rato.

Pude salir del fango, y comencé a caminar, tratando de buscar una salida del oscuro y espeso bosque. El silencio alrededor aumentaba mis pisadas, con cientos de hojas y ramas secas que crujían bajo mis pies.

De repente escuché algo. Un ruido proveniente de arriba, de los árboles. Alcé la vista, pero no pude apreciar nada. Sólo el mismo ruido que se repetía una y otra vez. Sonaba como si algo se moviera de un árbol al otro, lo que me asustó un poco.

-¿Quién está ahí?- grité, tratando de sonar valiente. Varios ecos rebotaron de todas partes del bosque, haciendo parecer un grito de ultratumba.

Un viento aún más fuerte hizo mover las hojas de los altos árboles, permitiendome ver qué era lo que estaba arriba: Algo parecido a una persona volaba rápidamente de un árbol a otro, y al verme fijamente, sonrió, mostrando unos afilados y enormes colmillos.

Sol Durmiente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora