Capítulo 1: Soy diferente

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No tengo la culpa de ser quien soy.

Si pudiera elegir, querría ser una simple chica del Capitolio.

No, no es eso.

Me gustaría haber nacido en algún distrito. Desearía no haber tenido una vida tan sencilla. Ojalá la gente de mi alrededor no lo tuviera tan fácil, no tuviese dinero, cuatro comidas al día, un hogar con todas las comodidades.

Porque eso va a pasarme factura muy pronto.

Mi abuelo siempre me decía que por qué a mis quince años no me he hecho nada aún. Por qué no he maltratado mi cuerpo todavía, más bien; por qué no me he teñido la piel ni el pelo, o tatuado una mariposa sobre mis cejas, o implantado un chip musical; el resto de chicas de mi edad ya aparentan tres años más, pero a mí no me gustan esas cosas. Quiero que me reconozcan por ser como soy, no por tener las pestañas con más purpurina.

Y lo hacen, me reconocen; pero no como yo esperaba, claro. Soy la «chica rara» de mi barrio. Hasta para mis amigos, aunque en realidad no eran mis amigos. Digo «eran» porque ahora están muertos. Y no por algo que yo les haya hecho, no. Soy una persona pacífica (algo que también me va a pasar factura allí donde voy).

Los distritos se han apoderado del Capitolio. Sí, los rebeldes han tomado mi ciudad y han nombrado a una presidenta llamada Paylor, del Distrito 8. A mí me parece bastante adecuada, pero bueno; mi abuelo también me lo parecía, y lo han asesinado.

Sí, todo ha vuelto a ser bonito: ya no hay guerra, los prisioneros del Capitolio hemos sido liberados, y lo más importante; ya no hay Juegos del Hambre.

No, aún quedan unos Juegos. Los vencedores votaron y decidieron organizar los septuagésimo séptimos Juegos del Hambre (se han saltado los séptuagésimo sextos porque Katniss, el Sinsajo, consideró la guerra como uno de ellos; y claro, es el símbolo de la rebelión, todos le hacen caso). Sólo que hay una pequeña diferencia: los tributos serán los niños del Capitolio.

Lo que significa que me toca ir.

Sé que hay centenares de niños en el Capitolio, pero yo tendré una papeleta asegurada en la urna.

Claro que sí.

Porque soy la nieta del expresidente Snow.

Capitol is not my homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora