Capítulo 5: El Entrenamiento

2.2K 139 27
                                    

—Buenos días.

Lo primero que observo al otro lado del colchón son los dientes blancos de Caleb formando una sonrisa.

—Hola —y sonrío, porque no puedo creerme que este chico me haya elegido a mí antes que a otra estrategia de supervivencia.

—¿Crees que se te da bien correr? —me pregunta en un tono seductor que no entiendo.

—Eh... —respondo confusa—¿por qué lo dices?

—¡Porque el Entrenamiento empieza dentro de diez minutos! —grita mientras sale corriendo hacia la puerta, ya vestido.

Probablemente nunca me haya puesto la ropa (el uniforme es el mismo de todos los años), peinado y lavado la cara tan rápido como hoy.

Paso corriendo por el comedor, con mi coleta alta ondeando detrás de mí, y me paro un segundo a coger una magdalena, que voy pellizcando en el ascensor, mientras bajo.

Cuando llego, veo a Caleb sentado con las piernas cruzadas en el centro del gimnasio, mirando el techo, y descubro que es el único que hay allí. Una sospecha recorre mi cabeza, y para asegurarme, camino sigilosamente hasta un enorme reloj de pared para averiguar qué hora es: las diez menos cuarto.

Miro a Caleb, cabreada.

—¡Aún faltan quince minutos!

Él se sobresalta, porque no se había percatado de mi presencia hasta ahora. Tras unos segundos se recupera y me mira con una sonrisa traviesa.

—Lo sé —me dice.

—¡Pero podría haber dormido más tiempo! —protesto—. O al menos, desayunado algo más que una magdalena —le doy la espalda y cruzo los brazos, dispuesta a encaminarme de vuelta al ascensor.

Oigo los pasos de Caleb, que se aproxima a mí, y me paro. Me estremezco cuando noto sus manos posándose en mis caderas. Siento la tentación de apartarlas de un manotazo por haberme mentido, pero no lo hago.

—Si te hubiera despertado más tarde, no podríamos pasar ahora quince minutos solos —me susurra.

Le cojo suavemente de las muñecas y aparto sus manos. Luego me vuelvo hacia él, poniendo los ojos en blanco.

—Bueno, tiene sentido —afirmo después, levantando las cejas.

—Pues vamos.

Caleb me pasa el brazo por los hombros y me conduce hasta un banco que hay colocado en un lateral del gimnasio. Él se sienta primero, y se da unas palmaditas en los muslos para que me siente sobre ellos. Vacilo, pero termino haciéndolo. Caleb me acaricia el pelo con suavidad: tiemblo y esa sensación cálida me recorre las venas de nuevo.

—¿Y bien? —me pregunta sonriendo—¿Qué arma vas a probar primero?

—El arco y las flechas —respondo sin pensar.

—Pareces muy segura.

—Lo estoy —digo asintiendo con la cabeza—. ¿Y tú?

—Quizá pruebe la lanza —dice pensativo—. O la espada.

—Haremos un gran equipo —le aseguro.

—Sí... —afirma—. No te olvides de Sam —me advierte después.

Sam... ¿no sería ella un obstáculo? En lo que se refiere a darle vida a nuestro "romance", quiero decir. En lo demás, su conocimiento sobre plantas nos será imprescindible.

Capitol is not my homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora