♠ Prólogo

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Él toca mi espalda con sus nudillos, desciende lentamente siguiendo la curva de mi columna, enviando chispazos eléctricos por mi espina hasta los lugares más recónditos de mi cuerpo. Me humedezco y siento vergüenza por ello.

Me voltea y con un leve toque de su mano en mi pecho caigo rendida en la cama. Lo veo acercarse por entre mis piernas, subiendo con sus manos mi vestido negro de satén. Trepa ávido mi cuerpo, hundiendo su nariz en mi sexo, en mi ombligo, en mis senos, arribando de su trayecto en mi cuello, mordisqueando mi lóbulo derecho. Rasga mi vestido sin piedad. Me retuerzo de la excitación. Hace lo mismo con mi ropa interior y lame mis senos.

Me estremezco mientras un quejido gutural le ordena poseerme enseguida.

Desliza mis bragas con expectación, logrando en mí una sensación de placer, urgencia y desesperación.

Siento la dureza de su miembro entre mis muslos, acercándose, acariciando mi lugar más intimo, a un segundo de hacerme suya…

Salto de la cama con la respiración entrecortada y una sensación pegajosa entre las piernas, escucho la voz de mi acompañante matutino C.J de “Hecha a andar la máquina” en el radio despertador. Son las 6:30 AM, aun esta oscuro afuera.

Me estiro con pereza recordando mi vívido sueño. Es el tercer sueño húmedo de esta semana y como el onceavo en lo que va del mes y eso que no llegamos aun ni a la mitad. ¿Debería conseguirme un novio? ¿Debería conseguirme un amigo con raspe? Podría ser una cosa de una noche… no soy muy exigente, solo pido alguien que tome mi flor de una vez por todas.

C.J habla del clima, la máxima será de 32 ºC. Perfecto, como si mi calentura no fuera suficiente ¡Podría derretir Alaska en este momento!

Tapo mi cara con la almohada, tratando de recuperar la respiración, sacando todo pensamiento lascivo de mi mente, aunque se me hace más difícil de lo normal. Pareciera que la primavera aumenta las feromonas en el aire, mientras que mi reloj biológico le juega malas pasadas a mi subconsciente, haciéndome saber que ya es tiempo de experimentar cosas nuevas.

Me levantó hacia la ducha, hay otras chicas de la residencia acicalándose unas a otras como orangutanes en celo, las saludo y me meto bajo el agua, fría como el hielo. Tengo la sensación que se evapora al tocarme, pero es solo mi imaginación.

—¿Y entonces lo hicieron?—pregunta una delineándose un ojo.

—Sí, fue increíble, era inmenso—puedo jurar que el agua se esta evaporando de verdad.

—¿Qué era inmenso?—siento unas desmedidas ganas de enterrarle el delineador en un ojo por la estupidez de su pregunta.

—Pues eso, ya sabes—ambas ríen como colegialas.

Suspiro esperando que ahonden un poco en el tema, pero nada, mi insaciable curiosidad se va decepcionada.

¿Es que acaso es normal hablar de tus relaciones sexuales en el baño de los dormitorios? Quizás si, y simplemente soy yo la que se afecta, porque en mis cortos veinte años nadie se ha tomado la molestia de tomar mi virginidad. Trato de pensar que es normal y que esperar es prudente, pero lo que logro sacar en limpio es que, a mi edad, mi abuela estaba casada y tenía 6 hijos. Muy buena para el “llamado de la selva” la veterana, pero eso es otra historia.

Miro mi cuerpo, lo tengo bastante tonificado por el deporte que hago—lo único que mantiene mi mente alejada del tema sexo—, no soy la talla más grande de sostén pero una 32 C no esta mal tampoco. Tengo las puntas partidas ¡No seas tonta Camila! Los hombres no se fijan en eso…

Suspiro.

Soy demasiado normal. Cabello castaño, ojos oscuros, nariz recta. Si fuera un poco más llamativa, si tuviera un lunar sexy, ojos plateados o un tercer seno, quizás resaltaría entre las otras cientos de castañas de ojos oscuros en este país.

Vuelvo a mi cuarto, ahí me espera CJ haciendo bromas sobre el partido de ayer. Albos contra cruzados. “Un clásico convertido en una fiesta de té” dice “una orquesta de grillos en la galería”, yo pienso en mi entrepierna, sobran grillos ahí.

Me visto atontada por aquel sueño, no hay mucho que analizar, el cuerpo me pide que lo estrene pronto, quizás la ropa rasgada significa urgencia y el hecho de que no pueda recordar la cara de mi acompañante es una clara señal que no importa quien sea, solo importa que sea pronto.

Salgo del cuarto con dirección a la universidad, son las siete de la mañana, justo a tiempo.

El departamento de salvadorWhere stories live. Discover now