V e i n t i n u e v e.

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- ¡No puede ser! - se lamentaba Katherina -. Por segunda vez me siento humillada. ¡No recordó mi nombre! No sabe quien soy.

Se llevó las manos a las sienes y se masajeó con los dedos.

- No sabe ni quien eres y te mueres por él. Deberías hacerle caso a alguien más - le sugirió su amigo.

- ¿A quién? - preguntó ella de manera retórica.

- ¿A Gerald? - Phineas se encogió de hombros.

- ¿Me tengo que conformar con quién me quiere? No, señor - Kath sacudió su dedo índice.

- Tal vez con el tiempo sientas algo - insistió él.

- Hemos estado juntos varias clases - le respondió ella mientras sacaba una manzana de su mochila para morderla y liberar el estrés.

- No es suficiente.

- Ya sé que haré - saltó Kath colocando su índice en sus labios -. Usaré la libreta para la venganza.

- Ni lo pienses - su amigo se cruzó de brazos.

- Es mía. Yo la utilizo como quiera.

- No es tuya - le recordó él.

- Eso nunca me ha detenido - lo retó.

Phineas no podía soportar viendo como su amiga se transformaba en otra persona cuando se trataba de esa maldita libreta.

- Haz lo que quieras. Adiós.

Phineas se fue, dejando a Kath sola. Si eso era lo que quería ella, él no.

Kath estaba molesta por la reacción de su único amigo, se suponía que debía apoyarla. Por más loca que fuera su idea, era su decisión y a él sólo le tocaba aceptarla.

Guardó la manzana, sacó la libreta de su mochila, cogió uno de sus lápices y comenzó a escribir. Pero después, a media frase, se dio cuenta de que aún estaba en la escuela. No podía llevar a cabo su plan hasta que estuviera sola por completo, sin testigos. Tendría que esperar a la mañana siguiente después de haber salido de casa. Así que se dirigió a su siguiente clase.

Phineas sólo esperaba que a su amiga no se le zafaran más tornillos. Y también pensaba que ahora que se negaba a hablarle a Kath, no podría entrar al equipo de fútbol con tanta facilidad para investigar a Steve.

La libreta mágica.Where stories live. Discover now