O n c e.

47 4 0
                                    

Kath se esforzaba por hacer su foca y le estaba yendo bien, eso creía ella.
Buscó a Phineas con la mirada y sonrió cuando lo vio con el ceño fruncido y el jabón roto entre sus manos. Su mirada se posó en Gerald, quien enseguida sintió que lo estaban viendo y levantó la vista. Cuando vio que Kath lo estaba mirando la esperanza dentro de él creció llenándolo de satisfacción.

Cuando las dos horas de clase terminaron, todos devolvieron el material al profesor y salieron del aula para acudir a la cafetería con sus figuras de jabón en las manos.
Katherina se retrasó para esperar a Phineas, quien estaba ayudado al profesor Nelson a guardar el material en cajas de cartón para llevarlas a su coche.
Kath y Phineas se dirigieron a la cafetería y ocuparon la mesa de siempre, la que estaba en un rincón. Gerald casi nunca los acompañaba, Phineas sabía que su amiga era muy especial cuando se trataba de humanos y la prefería a ella antes que a cualquier otra persona o cosa.
Muchos de los chicos observaron extraño el hecho de que Katherina estuviera con ese chico raro cuando podía estar con los jugadores de fútbol, baloncesto, voleibol, las animadoras o el club de danza.

- Te traje un sándwich - le dijo la chica a su amigo mientras colocaba una bolsa de plástico sobre la mesa.

- Gracias, Kath - le respondió él muy agradecido, mostrando una sonrisa -. Te voy a comprar tu dulce favorito para agradecerte por el sándwich.

-No hace falta.

- ¿Qué dijiste? - el chico fingió no haberla escuchado y se levantó para ir a comprar el dulce sabor mora azul que tanto adoraba su mejor amiga.

Kath se perdió en sus pensamientos pocos segundos después. Pensaba en sus cachorros y luego en la libreta, se había cumplido lo que había escrito.

- Hola - escuchó decir a alguien.

Ella se volteó enseguida para saber quien estaba detrás de ella y tan cerca hablándole al oído.
Cuando descubrió que el chico que estaba de pie a su lado era Jonathan, le temblaron las piernas. Menos mal que estaba sentada o se hubiera caído.

- Hola, Jonathan - respondió ella nerviosa.

- Estás muy sola, ¿quieres que te acompañe?

- Yo...

Phineas llegó en ese momento y Jonathan le dirigió una mirada.

- ¿Qué pasa, Kath?

- ¿Te está hablando a ti? - preguntó Jonathan a Katherina, haciendo una mueca.

- Sí - susurró la chica.

- ¿Qué tiene de malo? - habló Phineas.

Jonathan se encogió de hombros no encontrando una respuesta suficiente ni inteligente para aquella pregunta. La situación sólo le parecía extraña, pero no estaba seguro de que hubiera algo malo en que una chica hermosa hablara con un chico invisible para casi todos.

- Kath - pronunció el chico de ojos verdes, recordando que así le llamó el otro chico -, sólo vine a pedirte que salieras conmigo.

La libreta mágica.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora