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Capítulo 30

Adiós, Riddle.

Lily… extrañaba que me llame así.

Nuestras miradas quedaron conectadas por unos segundos más. No podía dejar de verlo, sus ojos brillaban más que nunca. Quería volver a besarle, quería abrazarlo fuertemente y decirle que aunque sea un completo idiota, aun así, lo extrañaba.

Pero no lo hice, me alejé de él.

—Sigo enojada contigo.—Solté y me crucé de brazos.

—¿Me odias?

Fruncí el ceño ante su pregunta repentina. Lo observé un momento.

—No…

—Con eso me basta. 

Rápidamente, me tomo de la muñeca y comenzó a guiarme lejos de donde estábamos. No entendía lo que estaba pasando, pero sentía que Mattheo tenía algo planeado.

—¿Qué? ¡¿Adónde vamos?!—Pregunte mientras lo seguía con una gran rapidez.

—A un lugar lejos.

Mire para atrás y vi los cuerpos tirados en el piso. Joder, me había olvidado de eso.

—¿Quiénes eran? ¿Por qué me querían?

Lo miré a los ojos, mientras dábamos pasos apresurados por afueras del castillo. Mattheo no contestó ninguna de mis preguntas, ni siquiera me miró a los ojos, tenía su mirada seria y fría puesta en el camino.

—¿Por qué estabas con ellos?—Volví a preguntar.—¿Dónde estuviste? ¡Qué carajos está pasando!

Otra vez, sin respuesta.

—¡Mattheo!—Me solté de su agarre y frené observándolo mientras esperaba por lo menos una respuesta.

El freno al mismo tiempo y quedo unos segundos de espaldas a mí. Escuché como soltó un suspiro y luego de eso se dio la vuelta para verme, pero para mi sorpresa no dijo nada, solo me observo.

—¿No vas a responder no?

Noté como sus músculos se tensaron, llevo su mano a la nuca.

—Necesito tu ayuda, Lu.

—¿Para eso viniste? ¿Por qué quieres mi ayuda? ¡Ni siquiera vas a darme una puta explicación!—Su mirada seguía en el piso, como si de un niño pequeño se tratase.— ¡Por una vez en tu vida, podrías darme una respuesta!

—Eran seguidores.

—¿Qué?

—Seguidores de mi padre, mortifagos.—Su voz sonaba sería.— Se crees que soy un idiota y que probablemente tengas muchas preguntas pero…

¡¿De su padre?! Entonces…

Levantó la cabeza y sus ojos tenían una mirada de súplica y tristeza a la vez.— Necesito tu ayuda, Lu.

—¿Mi ayuda? ¿Para qué?

Se acercó un poco a mí y con su mirada fija puesta en mis ojos levantó la manga de su brazo izquierdo. Al hacerlo vi como su ante brazo estaba completamente pálido, pero lo más curioso era como las venas que sobresalían de este estaban completamente negras. Como si la sangre que corriera en ellas fuera de ese color.

CORAZONES MALDITOS|| Mattheo Riddle. Where stories live. Discover now