XVIII

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Capitulo 18

Adiós Potter.

[MATTHEO]

A veces es difícil tratar de ser alguien que no quieres, supongo que el destino me dio esto para lograr enfrentar cualquier cosa. Pero no entiendo por que la incluyo también a ella.

—¿Podrías concentrarte?—Preguntó.

Alcé la cabeza. Los mechones que caían de su cabello recogido le quedaban bien. Deje la pluma a un lado junto con mi cuaderno y lo cerré. Ella lo observo un momento, pero no dijo nada y siguió escribiendo las respuestas del trabajo.

—Lo siento.—Me disculpe.

Mire a mi alrededor y en la biblioteca no había casi nadie. Volví a observarla un poco más, no se dio cuenta ya que estaba centrada en la hoja del trabajo. Su cabello era castaño claro, pero no me había dado cuenta de que cambiaba a un ligero rojizo cuando le daba la luz del sol.

Seguía con las uñas pintadas de negro.

Levanto la cabeza y trate de  disimular y mirar para otro lado.

—No creas que voy a hacer todo el trabajo sola, tu también deberías hacer tu parte.—Volvió a mirar la hoja.

—Este trabajo es estúpido, las preguntas son muy fáciles.—Dije mientras leía algunas.

—Lo se, pero si no lo hacemos vamos a reprobar.—Respondió, sin mirarme.

—¿Qué tal si nos tomamos un descanso?—Sugerí.

—No, debemos terminarlo.

—Es lo mismo que lo terminemos ahora o luego.

—No.

—¿Por que tan amargada señorita Potter?—Pregunte, en un tono de broma.

Alzó la cabeza y por primera vez en todo el día me miro a los ojos. Solo que con su mirada sentí que quería matarme o algo así.

—Se supone que el fin de este trabajo es que entre las casas nos llevemos mejor ¿no?

—Si..

—¿Entonces por que por lo menos no haces un intento para que te caiga bien?—Pregunte apoyando los brazos en la mesa y acercándome un poco.

—Nunca eh dicho que me caigas mal.—Señaló.

—¿Y por que McGonagall te puso conmigo?

—Me caen mal la mayoría de la casa Slytherin, no tu.—Respondió.

—¿Y por que yo no?

Se quedo callada por un momento. Fue como si pensara lo que iba a responder, pero antes de que lo hiciera me adelante.

—Tampoco me agradan las de Gryffindor, creo que eres la única.—Sus ojos se clavaron nuevamente en los míos.

—¿Así  que no soy más una garrapata?—Preguntó, alzando una ceja.

—Lo eres, pero supongo que tendré que  acostumbrarme a vivir con una.

—No es mi culpa que siempre donde voy estés ahí.

—Acéptalo, eres mi acosadora favorita.

—¡Yo no soy una acosadora!—Protestó.

—Entraste a mi cuarto descalza y borracha. Si eso no es serlo, no se que más lo es.—Respondí divertido.

—Buscaba el baño.—Se defendió.

—Si, claro. Excusas.

—¿Sabes que? Ya me caes mal.—Habló molesta.

CORAZONES MALDITOS|| Mattheo Riddle. Where stories live. Discover now