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POV FREEN

Mientras llevaba a casa a mamá y la abuela, me decían todas las instrucciones sobre cómo cuidar a Rebecca. Sabía que si tardaba más en contarles sobre nuestro divorcio, tendrían más expectativas y sentirían más decepción.

"Mamá, abuela, Rebecca y yo nos vamos a divorciar. Ya lo hemos hablado. No estamos hechas una para la otra" - dije mientras conducía mirando al frente.

"¿Qué? Freen Sarocha Chankimha, ¿es una broma, verdad?" - cada vez que decían mi nombre completo, sabía que estaban furiosas.

"Deten el automóvil, me quiero bajar" - dijo la abuela, que se estaba exaltando.

"Abuela, tranquila" - le ofrecí una botella de agua.

"Esto que nos estás diciendo, deberás decírselo a tu abuelo mañana en la cena de bienvenida cuando regrese de Hong Kong" - la abuela regaño y yo tragué en seco, pues sabía que el abuelo adoraba a Rebecca.

"Estás cometiendo un error, Freen... Becky es la mujer que te conviene... y la quieres cambiar por una mujer que se ha metido con mujeres mucho mayores que yo... vaya mierda de vida la que quieres" - regañó mamá, y sus palabras dolían, pero yo debía casarme con Heidi.

Permanecí sentada, escuchando todos los reproches de la abuela y mi madre, sin tener argumentos para defenderme.

"Heidi tiene cáncer" - solté mientras seguian regañando.

Mi madre y mi abuela se quedaron calladas ante mis palabras.

"Lamento escuchar eso, pero Becky no tiene que arrastrarse con toda esa mierda. Ella merece ser feliz, al igual que tú... No te entiendo, Freen" - decía mi madre.

Después de un rato, el chófer de la familia llegó por mamá y la abuela, y se fueron con él. Yo quedé aún en el vehículo, solo pensando en cada palabra.

Regresé a la mansión y subí las escaleras hasta la habitación donde se encontraba Becky. Aún permanecía dormida, sus mejillas estaban rojas debido a la temperatura. Tomé un trapo húmedo y se lo coloqué en la frente. Hizo un puchero que me hizo sonreír. Me senté a su lado, observándola.

Becky había cambiado mucho con los años, era tan hermosa. Al verla así, tan frágil y tan linda, una sensación extraña me inundó. A pesar de que le había dicho a la abuela y a mi madre que se iba a mudar, no iba a permitirlo.

Tal vez era demasiado egoísta de mi parte, pero en el fondo de mi corazón no quería que saliera de mi vida. No quería un mundo donde Becky no estuviera. Mientras la observaba, no pude evitar mirar sus labios y lamer los míos.

Hacía muchos años que mis labios no la habían besado, al menos no apropiadamente. Me pregunté si Alexandra la habría besado. Y una ola de molestia apareció en mí. Me acerqué lo suficiente a ella hasta sentir su aliento golpeando mis labios. Abrió los ojos justo en el instante en que estaba a punto de besarla. Nuestras miradas se encontraron y pareció que el mundo se detuvo.

No quería alejarme de Becky, de hecho, quería acercarme aún más. Sentía un deseo abrumador de besarla, de poseerla, de hacerla mía. La deseaba tanto que, cuando mis labios estaban a punto de alcanzar los suyos, ella puso su mano en mi pecho, haciendo que retrocediera. Sus labios estaban a punto de decir algo, pero al final no lo hizo.

En ese momento, el pensamiento de Alexandra besándola vino a mi mente. ¿Por qué a ella sí deseaba besarla y a mí me alejaba? ¿Qué tenía de especial esa idiota? Yo era mejor que ella. Mientras más pensaba en ellas, más me empujaba hacia la locura. Más quería besar a Rebecca, más quería hacerla solo mía. Pero como si fuera una maldita maldición inoportuna, mi celular sonó. Quería ignorarlo, pero al ver en la pantalla el nombre de Heidi, tuve que contestar.

Hasta ese momento, me di cuenta de lo ridícula que me estaba comportando. Yo amaba a Heidi, iba a casarme con ella. ¿Por qué tenía esos pensamientos hacia Rebecca? Respiré profundamente, alejándome de la cama antes de contestar la llamada.

-Hola, Heidi. ¿Cómo estás? - le pregunté.

-Freen, hoy no me siento muy bien. Siento que voy a morir, me siento débil. ¿Voy a morir? - respondió ella con angustia.

-Tranquila, estarás bien. Solo necesitas descansar y tomar tu medicamento. No te sobre exaltes - traté de tranquilizarla.

-¿Crees que puedas quedarte conmigo hoy? De verdad te necesito, Freen - me suplicó.

Mientras seguía escuchando a Heidi quejarse, volteé hacia la cama para ver a Rebecca. A pesar de que había estado enferma, se había levantado a terminar su maleta. ¿Por qué era tan diferente a Heidi? Rebecca nunca se quejaba, nunca pedía mi ayuda, no parecía necesitarme.

-Tengo algo que ocuparme en la oficina. Son pendientes muy importantes y no creo poder librarme - mentí. Me sentía culpable por no haber ido a verla y cuidarla, pero ya había tenido suficiente de sus sollozos y su energía negativa. Simplemente necesitaba descansar de ella. Colgué el teléfono y miré nuevamente a Becca.

"¿Te sientes mejor?" - pregunté.

"¿Qué?" - susurró sin mirarme.

"Que si ya te sientes mejor" - volví a preguntar. Lo cual nunca hacía con nadie, repetir las cosas. Pero Becky seguía siendo parte de mi familia, era obvio que me preocupaba. No era porque sintiera amor...

El Lazo Que Nunca Se RompioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora