9. Tu refugio

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Y antes de que pudiera concluir el acercamiento de su cara al de la inglesa, llegó Salma gritando:

-¡Chiara, corre!

-¡¿Qué coño pasa?!

-¡¡Violeta!!

Chiara se levantó de un salto, sin ni siquiera dirigirle la mirada a la rubia, que se quedó atrás. Chiara y Salma corrían hacia fuera de la zona VIP, mientras Salma ponía a Chiara en situación:

-Estaba bailando, y ha sentido cómo un hombre le acercaba una navaja, y le ha pedido que le dé el móvil y la cartera. Se lo ha dado y cuando el hombre se iba corriendo, no se le ha ocurrido otra cosa que ir detrás suya.

-Yo es que me cago en toda la cara de la capulla esta. Tiene menos luces que un barco pirata. Imbécil, idiota... -Chiara no paraba de despotricar mientras buscaba a la pelirroja desconsoladamente- Separémonos. Tú por allí y yo por aquí, que Denna siga buscando por la otra zona. Así será más fácil encontrarla.

Salma hizo caso a su amiga. Chiara no paraba de gritar a viva voz el nombre de Violeta. En una zona aislada del recinto, a escasos metros de ella, mientras seguía la guiri reclamándole por su nombre, alcanzó con la mirada a quien andaba buscando. Estaba sentada en el suelo, enroscando sus manos con sus piernas, y lloraba. Chiara corrió a su lado, derrapando por el suelo hasta terminar pegada a ella. Agarró con sus dos manos la cara de la pelirroja:

-¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? -empezó a manosearle todo el cuerpo en busca de algún rasguño que pudiera tener- como ese hijo de puta te haya tan siquiera rozado te juro que pienso matarle.

Violeta levantó la mirada y sonrió entre lágrimas -Tranquila, amor. Estoy bien -Violeta empezó a explicarle lentamente, ya que el nerviosismo y la falta de aire no le permitía acelerar la historia-. Le he seguido corriendo, y cuando llegamos aquí paró en seco, yo me paré también y me quedé en shock, no esperaba que fuera a pararse. Se acercó a mí, me pegó el cuchillo al cuello, y me dijo que no se le ocurriera seguirle ni un solo metro más. Me empujó y caí al suelo.

-¿Qué te duele? -volvió Chiara a manipular a Violeta, en busca de cualquier señal de daño físico.

-Nada, amor, de verdad. Las manos y el culo de la caída, poco más. -Chiara y Violeta se miraron, Chiara se quejó con la boca y suspiró, agarró la cara de Violeta y la puso sobre su hombro mientras la rodeó con ambos brazos, la abrazó y empezó a acariciarle la cabeza.

-Siento que hayas tenido que pasar por esto sola. No te preocupes, ahora estoy aquí. Estoy aquí para ti.

-No te vayas, por fa -Violeta sollozó.

-No me voy a ir. No pienso irme a ningún lado, Vivi. Ni ahora, ni nunca. Voy a cuidarte siempre.

-¿Aunque sea una fracasada en la música y no me escuchen ni en mi casa?

-Primero que eso jamás va a pasar porque has nacido para brillar, ya te lo dije -exclamó mirando al cielo, queriendo darle la envergadura que requerían a esas palabras-.

Violeta no pudo ocultar la sonrisa, a pesar de que las lágrimas no paraban de brotar. Hizo contacto visual con Chiara -¿Y segundo?

-Segundo que yo siempre te voy a escuchar, y siempre te voy a seguir. Así que siempre van a escucharte en casa. Porque siempre que quieras puedo ser tu refugio.

Violeta volvió a sonreír, rompió el contacto visual y abrazó a Chiara, apoyándose de nuevo en su pecho.

-Te quiero, Kiki. Te quiero muchísimo. Más de lo que me gustaría asumir.

-Yo también te quiero, Vivi. Te quiero aunque odie que mi f...

La conversación fue interrumpida por Denna y Alex:

-¡Aquí estáis, al fin! -Denna se acercó a abrazar a su amiga -Por favor dime que estás bien.

-Sí. Ahora sí -dijo, dejando de mirar a Denna para contactar visualmente con Chiara, demostrándole que ella era la causante de haber roto el shock que había vivido. Chiara le respondió con media sonrisa.

Los chicos salieron al exterior, Denna iba abrazada a su amiga, mientras Alex, Salma y Chiara conversaban acerca de la situación que habían vivido, despotricando. Una vez allí, arrancó la amiga rubia:

D: Alex y yo habíamos pedido un taxi, pero no creemos que Violeta deba dormir sola, así que voy a irme yo a dormir con ella. ¿Te parece bien?

S: A mí no me importa irme yo con ella.

V: Gracias, amigas. La verdad es que sigo temblando, y no me gustaría pasar esta noche sola.

A: Oye pero Denna, tú y yo mañana por la mañana antes de las firmas teníamos desayuno con mis padres, que luego me iba yo con ellos a Sevilla. Además, tú, Salma -le dio un codazo- creo que también tenías algo.

S: ¿Yo? -preguntó extrañada.

A: Sí, tú -le dio un codazo más fuerte-. ¿Verdad, Denna?

D: Ah, sí. Ya me acuerdo. Desayunabas con Leire.

S: Pero si Leire n... ah, sí. Sí, sí. Desayunaba con ella. Se me había olvidado -clavaron los tres amigos la mirada en Chiara. La inglesa miró con cara de circunstancia a los tres.

C: A mí no me importa quedarme, si Vivi quiere yo encantada. Así nos vamos después juntas a las firmas. ¿Te parece bien?

V: Me parece perfecto -se apoyó en el pecho de Chiara, quien la rodeó con el brazo mientras su otra mano estaba en su bolsillo, y le dio un beso en la cabeza. Lo cierto es que Chiara estaba más alta, y eso a Violeta digamos que... le gustaba-.

Pidieron un taxi para irse juntas. El camino del taxi fue de completo silencio, pero no fue nada incómodo. Es complicado que un silencio no sea incómodo, y ellas habían llegado a conseguirlo. Esta vez, el silencio sonaba alto. El silencio sonaba a refugio.

Ambas tenían las manos apoyadas a escasos centímetros de la contraria. Violeta observaba ambas manos mientras Chiara miraba por la ventana pensativa.

La pelirroja solucionó la indecisión que le acechaba y no pudo aguantarlo más. Separó el dedo meñique tembloroso del resto de dedos de su mano, para rozar el meñique de Chiara. La morena giró inmediatamente la cabeza hacia los dedos, para seguidamente contactar mirada con Violeta.

Tragó saliva, y repitió el gesto de la otra. Acercó su meñique al de Violeta, y terminaron entrelazándolos.

Chiara se armó de valor e hizo lo que le pedía el corazón. Separó los meñiques y cogió la mano entera de Violeta, la entrelazó con la suya, acercó ambas manos a su boca y le dio un beso a la mano de la pelirroja. Apoyó ambas manos en su pierna, y ahí se quedaron.

Ahora ambas miraban por la ventana, pensando, con una mezcla de sentimientos entre felicidad e inquietud, que esa noche, inevitablemente, iban a dormir juntas.

Everyone is looking her - KIVI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora