↳ Capítulo 26.

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—¡Jennie!— me levanté, desconcertada. —Yo no...—, me intenté explicar.

—¿Tú no qué? Te acabo de escuchar, Jisoo—, las lágrimas salían de sus ojos como si fueran caballos de carrera, destrampados por ganar. —Oí cuando se lo dijiste a Lisa, ¡eres una traidora!— gritó y al instante sentí el sonoro golpe de la palma de su mano contra mi mejilla, produciendo un ardor instantáneo y seguramente el enrojecimiento de mi piel.

Tan duro fue el golpe que la cara se me desvió hacia un lado y Lisa tuvo que retener a Jennie.

—¡Jennie, tranquila!— le ordenó, asustada.

—¿Cómo quieres que esté tranquila? Si mi supuesta mejor amiga me traicionó. Claro, ahora entiendo todo— no dejaba de llorar y el coraje era legible en su rostro.

Los nudos se habían quedado atascados en mi garganta, y el corazón, hecho pedazos en mi pecho, latía angustiado. Mis lágrimas eran de amargura, deseaba fervientemente que todo esto fuera una pesadilla.

—¿Cómo no me di cuenta antes? ¡¿Y tú no pensabas decírmelo?!— me empujó y Lisa volvió a sujetarla.

—Jennie...

—¡Te abrí la puerta de mi casa! ¿Y me pagas robándote a mi novia?— seguía farfullando llena de furia e hizo caso omiso a la voz de Lisa. —¡Qué estúpida! No puedo creer que tú...— se quedó a la mitad de la frase, le dolía bastante.

La conocía y sabía que estaba hecha pedazos, cosa que sólo sirvió para hundirme más en la miseria. Seguía sin poder hablar, sólo lloraba y miraba a Jennie.

—Hace algunos minutos estaba llorando porque te ibas—. Farfulló. —Ahora entiendo la razón, qué cobarde—. Siseó. —Pero ¿sabes? Me da gusto que te largues, hipócrita— me dio una última mirada despectiva, dolida, y se dio media vuelta para salir de la habitación.

Me quedé inmóvil, dejando que mis lágrimas se suicidaran sin piedad. Respirar me era difícil y sentía que me faltaba el aire.

Lisa me miró, decepcionada.

—Ve—, alcancé a susurrar, con el hilo de voz que salió de mi garganta. —No la dejes sola.

Se me quedó mirando, era una mirada extraña, estaba entre la frustración y la angustia, pero enseguida salió detrás de Jennie. Entonces me quedé sola.

Las lágrimas no se cansaban de salir y parecía como si nunca se acabaran, esto no debió de haber terminado así, ni siquiera debió tener comienzo.

Me quedé inmóvil durante un par de minutos y luego miré a mi alrededor, ya no volvería a ver a Lisa y no había tenido la oportunidad de decirle adiós.

Busqué con la mirada algún cuadernillo y divisé una hoja encima de su escritorio. Tomé un bolígrafo y garabateé sobre el papel en trazos largos, debía despedirme de Lisa aunque fuera de manera escrita.

"Me lo dijiste, lo sé. Disculpa todo el daño que hice, que le hice a ella. Era lo que menos hubiera querido que pasara. Agradezco todo lo que hiciste por mí, gracias por entenderme. Fuiste mi mejor amiga y nunca voy a olvidarte. Perdóname. Te quiero".

Lo dejé sobre su cama y luego, con un nuevo dolor en el pecho, salí de aquella habitación. Me deslicé como animal en pena escaleras abajo y cuando bajé a la sala para cruzarla y llegar hasta la puerta, la mirada de la madre de Lisa me detuvo.

—¿Estás bien?—. Me preguntó.

Mantuve mi mirada baja, avergonzada y negué con la cabeza.

—¿Quieres una taza de té?— me ofreció amable.

Manual de lo prohibido | ChaesooWhere stories live. Discover now