↳ Capítulo 9.

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—¿En quién?—, volvió a preguntar Seulgi.

La fulminé con la mirada queriendo taparle la boca en ese instante, las manos comenzaron a sudarme ante la posibilidad de quedar en evidencia.

—En... mi... amiga... que dejé en Seúl—. Inventé.

—¿Qué clase de amiga? Cualquiera podría enamorarse de una amiga—, inquirió.

—Enamoramiento no, Seulgi—, especifiqué de nuevo, Rosé sólo se mantenía en silencio pero atenta. —Y es... una amiga, amm... cercana y...—, me estrujaba los sesos para poder seguir poniéndole palabras a mi mentira. —Y... a una amiga también le gusta, entonces...

—Tienes miedo de perder la amistad de tu amiga por haberte fijado en la misma chica que ella— completó Seulgi.

—¡Exacto!

—Bueno y, ¿quién se fijó primero en la chica?

—Ella—, musité con pesar.

—Pero tú ya te fuiste de Seúl, ya no importa o ¿sí?—, dijo Rosé, quien había estado como una estatua hasta ahora.

—Emm...—, murmuré.

—Igual yo creo que lo hubieras hablado con tu amiga, en vez de especular tú sola las cosas y castigarte a ti misma—, interrumpió Seulgi. —Digo, no era su novia y ella no era tu mejor amiga—, se encogió de hombros.

Me solté a reír y ambas me miraron. Si Seulgi supiera a quién me refería ni siquiera hubiera dicho lo último.

—¿Qué es gracioso?—, preguntó Rosé.

—Nada, sólo que... nada—, manoteé con la mano restándole importancia.

—¡Mira, Jisoo!—, me dijo Seulgi. —¿Ese lugar no te parece ideal para una fotografía?—, apuntó hacia un edificio al lado de un canal que se extendía magnífico por el este.

—Qué buen gusto tienes Seulgi—, concordé. —Creo que tomaré una.

Saqué con la mano libre la cámara de mi bolso y luego me quedé en silencio y sin actuar, tímida porque Seulgi aún mantenía su mano atada a la mía.

—Seulgi, creo que Jisoo necesita sus dos manos—, farfulló Rosé.

—Oh, cierto. Discúlpame—. Enrojeció un poco y soltó mi mano a la que inmediatamente le pegó el aire gélido del medio día.

Le sonreí y apunté el lente de la cámara hacía el monumento y saqué la fotografía.

A flower for the young lady?—, musitó alguien detrás de mí.

Me giré y obtuve la imagen de una señora con un canasto de rosas rojas que le hablaba a Rosé, mientras que Seulgi estaba distraída mirando las palomas.

Rosé me miró y luego me sonrió. Entonces miró de nuevo a la señora.

How much does a single flower cost?—, preguntó.

One dollar—, dijo la señora.

Give me one, please.

Ella le acercó la canasta y Rosé escogió una rosa entre el puño y luego, sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña moneda.

Here it is—, le dio la moneda y le sonrió.

Thank you, gorgeous lady—, dijo la señora y luego me sonrió a mí para después alejarse e ir a ofrecerle sus flores a la demás gente.

No había aprendido aún Inglés, pero al menos, ya estaba un poco más familiarizada con las palabras y pude entender la conversación entre Rosé y la señora. Ella le había ofrecido una rosa, Rosé le había comprado una. Simple.

Manual de lo prohibido | ChaesooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora