↳ Capítulo 6.

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—¡Bestia, arriba!—; Jennie tenía la costumbre de despertarme con golpes en la puerta, por eso era lindo que se fuera a trabajar.

Balbuceé entre la almohada y luego comprendí que los molestos golpes en la puerta no pararían hasta que Jennie me viera con los ojos abiertos. Me llevé los puños a los ojos y comencé a frotarlos para despertar, luego abrí paso a un bostezo grande.

Me paré con pereza y abrí la puerta, Jennie estaba en la cocina buscando algo en el refrigerador. Me miró.

—Ponte algo lindo, algo rojo, a Lisa le gusta el rojo—, dijo.

—Estás loca—, musité y me di media vuelta para vestirme.

—Si quieres gustarle a Lisa, escucha mis consejos—, gritó desde la cocina.

—No quiero gustarle a Lisa, ¡ni siquiera la conozco!—, me quejé saliendo de nuevo de mi habitación, increíblemente asombrada del esfuerzo de Jennie por emparejarme.

—Sólo vístete, ¿quieres? Ellas llegarán en cualquier momento.

—Eres perversa—, la fulminé con la mirada.

—Pero así me quieres—, me sacó la lengua y me vi obligada a reír.

—Tonta—, dije, pero sí, así la quería.

Por supuesto, escogí una blusa azul y jeans oscuros, sólo por llevarle la contraria a Jennie. A los pocos minutos, el timbre sonó y la fierecilla, de quien había olvidado su existencia, brincó con emoción. Intenté ignorarla, porque sabía muy bien a quién se debía ese sentimiento.

Salí de mi habitación sólo cuando el murmullo de voces se hizo presente en la sala y, aunque mis ojos fueron directamente a Rosé, se encaminaron de prisa hacia el rostro a su lado. Eran físicamente muy poco parecidas, Lisa era un poquito más baja, sólo un poco, y su cabello que, aunque era del mismo color, estaba corto y tenía flequillo; era ligeramente menos pálida que su hermana y hacía lucir sus ojos chocolate que, por el contrario a los de Rosé, tenían apenas pinceladas en tonos avellanos.

Cuando me sonrió, sus pómulos se elevaron notablemente.

—Hola—, musité.

—Jisoo, ella es Lalisa—, me dijo Jennie, empujándome por el codo hacia ella.

Extendí la mano para saludarla.

—Hola—, me dió la mano.

En ese momento me preguntaba si era posible sentirse mentalmente dividida, ya que una parte de mí estaba atenta a Lisa, pero la otra tenía un ojo bien puesto en Rosé.

—Bueno, ya que se conocieron, ¿a dónde vamos a ir?—, preguntó Jennie, llena de entusiasmo.

—¿Quieren desayunar en...?— la voz de Rosé se elevó entre nosotras y de alguna manera, mirarla hablar era incluso deleitante, tanto, que dejé de escuchar las voces de los demás y paulatinamente también la de Rosé, sin embargo, mis ojos se aferraban a quedarse en su rostro y en la manera en la que retraía una de las comisuras de sus labios cuando hablaba.

Era hipnotizante mirarla, hasta que, de repente, sus labios ya no se movieron, pero sus ojos me miraron. De hecho, los ojos de todas las demás también cayeron sobre mí. Lentamente, los sonidos volvieron a mis oídos y, como el destello de la bombilla cuando enciendes el interruptor, mi cerebro activó de nuevo todos sus sentidos y me obligué a reaccionar.

—¡Kim!—, me sacudió Jennie.

—¿Eh?—, balbuceé, terriblemente desconcertada.

—Te preguntamos si estás de acuerdo en ir a un pequeño bar café, luego podemos comer pizza por la tarde—, me explicó.

Manual de lo prohibido | ChaesooWhere stories live. Discover now