↳ Capítulo 18.

668 113 13
                                    

Miré los mimos que Jennie y Rosé se hacían, al instante me sentí mal, sin hablar del ya tan lastimado bombeador de sangre bajo mi pecho.

Lisa me codeó y me hizo señas de que nos fuéramos de ese lugar. A ambas nos lastimaba. La tomé de la muñeca y la dirigí hasta mi habitación.

Entonces, cuando cerré la puerta, supe que la atención de ambas estaba en nosotras. Lo último que quería era que Jennie y Rosé pensaran mal acerca de mí y Lisa, pero tenía el corazón demasiado adolorido como para detenerme a pensar en otra cosa.

Lisa se sentó en mi cama y yo me quedé recargada en la puerta. Ambas nos miramos por un largo instante, como si nos comunicáramos con los ojos. Hasta que ella rompió el silencio.

—Me imagino que te divertiste mucho— dijo.

—Como nunca—, admití y me retiré de la puerta para sentarme a su lado. —¿Y qué hay de ti? ¿Por qué estabas con Jennie?

Sonrió.

—Bueno, al no encontrarlas a ustedes aquí, me llamó a mí, y tú sabes que no desaprovecharía alguna oportunidad para estar con ella y tampoco iba a dejarla sola—, confesó.

Me tumbé sobre la cama, suspirando.

—¿Te confieso algo?—, musité.

Lisa se giró sobre su asiento y me miró desde arriba.

—Dime.

—Amo a tu hermana—, susurré en voz baja, como si ellas pudieran oírme.

Lisa rió.

—Cuánto lo siento—. Me palmeó la pierna, cerca de la rodilla.

Conforme pasaban los días, la culpa no desaparecía, sino que, por el contrario, iba aumentando

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Conforme pasaban los días, la culpa no desaparecía, sino que, por el contrario, iba aumentando.

Caminé por las calles que ya conocía para llegar hasta el laboratorio de fotografía de los Bae, donde se encontraba una de las pocas personas que sabían comprenderme y apoyarme. Aunque esta vez hablar con Irene no sería tan sencillo ya que Seulgi me acompañaba. Se ofreció enseguida cuándo me encontró en el pasillo del edificio y supo que me dirigía para acá.

La miré.

—¿La invitarás a salir?—. Pregunté.

—¿Crees que diga que sí?—, dijo nerviosa.

—Por supuesto que sí—, reí.

—¿Crees que le guste?

—Eso... averígualo hoy—. Terminé de decir.

Cuando llegamos Seulgi se plantó detrás de mí, como una niña totalmente tímida, pero los ojos claros de Irene chispearon al instante cuando la vio. Me hice a un lado para no obstruir su vista y la sonrisa entre ambas decía más que mil palabras.

Me aclaré la garganta, haciéndome notar. Irene me miró al instante.

—Oh, Jisoo, hola. ¿Nuevas fotos?

Manual de lo prohibido | ChaesooWhere stories live. Discover now