Capítulo 42 -La oscuridad que nos rodea-

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Aunque no les presto mucha atención, en la distancia escucho susurros cargados de oscuridad. Pensando en que solo son fruto de un ensueño, no les doy importancia, me levanto y bramo:

—¡Creador caído! ¡Te destruiré!

El demonio de metal le da un fuerte puñetazo en el pecho a Mukrah, le sacude en la cara, lo tira al suelo y dice centrando la mirada en mí:

—Por fin has despertado. —Sonríe—. Lástima que tus amigos no me dejaran acabar contigo. —Mira de reojo a Mukrah—. Tu hombre de piedra es muy imaginativo. Muy bien pensado absorber la barrera de energía que cubría la compuerta.

Veo cómo el poder de la luna roja arde con más fuerza dentro de mi hermano.

—Drenar la energía que cubría la compuerta solo ha sido el primer paso. —El aura carmesí se manifiesta y brilla con mucha intensidad—. Mukrah va a secar el núcleo —mientras pronuncio las últimas palabras, aunque sigo sin prestarles mucha atención, escucho de nuevo en la distancia susurros cargados de sentimientos oscuros.

—¿Acaso piensas que me importa? —Extiende los dedos y me enseña las afiladas puntas—. Destruid el núcleo y matad a los Ghurakis que queráis. Hace tiempo que perdí el afecto por las criaturas a las que ayudé a dar forma.

La Cazadora gruñe, le da un codazo en la cara a una de los seres de metal y, antes de verse obligada a ponerse en guardia, señala:

—Maldito loco, nunca te recuperaste de mirar a través del pozo prohibido. Eres un necio. ¿No te das cuenta de que lo único que quieren Los Asfiuhs es utilizarte?

El demonio de metal ríe y contesta al mismo tiempo que camina hacia mí:

—Te entiendo, Cazadora, estás dolida porque estoy ocupando el cuerpo de la mascota metálica de We'ahthurg. —Estira el brazo y los dedos se extienden hasta hundirse en la pared—. Te hubiera gustado destruir al que te traicionó. —Mientras anda, el roce del metal con el muro produce chispas —. No te preocupes, cuando sea capaz de manifestar mi antigua forma, en vez de pulverizar este recipiente, reconstruiré la mente de Sharekhort y le devolveré el cuerpo. —Antes de lanzar las afiladas puntas de los dedos contra mí, concluye—: Te concederé la oportunidad de vengarte para honrar que aún tengo cierto respeto por los más fuertes de tu especie: por ti, por tu hermano y por el primero.

Me cubro el pecho con los antebrazos y siento cómo se incrustan las afiladas puntas de metal en la carne. Aprieto los dientes, chillo y el aura carmesí se hace más intensa. Al instante, noto una corriente de aire y escucho cómo alguien me susurra al oído:

—¿Cómo permites que te humillen? —La voz se mueve a mi alrededor, se detiene cerca del otro oído y prosigue—: Eres el hijo del silencio. —Escucho risas lejanas, pero las ignoro—. Eres el elegido para canalizar el poder del Silencio Primordial, eres el elegido para gobernar lo que existe. —Oigo ecos que, durante unos segundos, repiten: "lo que existe"—. ¿Por qué te dejas vencer por seres inferiores? ¿Acaso no naciste para imponer tu voluntad incluso a los dioses? —Hace una breve pausa—. Usa tu poder para imponerte. ¡Destruye a tus enemigos!

Mientras escucho cómo la voz insiste en que acabe con mis rivales, al mismo tiempo que oigo cómo los susurros oscuros suenan con más fuerza, sin poder evitarlo, me posee una rabia incontrolable.

—¡Soy el hijo del silencio! —grito a la vez que la piel se convierte en energía roja.

Complacido, el creador de Ghurakis dice:

—Interesante. —Retira las puntas de los dedos de mis antebrazos—. Eres un humano de lo más interesante. —Sonríe—. Demuéstrame de lo que eres capaz. Quiero ver el límite de tu poder. —La sonrisa se torna más profunda—. Vamos.

El Mundo en Silencio [La Saga del Silencio parte I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora