#oneshot IX

1.4K 70 7
                                    

NARRA VANESA

Una primera vez.
__________________________________

Desperté en el sofá a media tarde, con Mónica sobre mí y con una película de fondo, la cual había sido la perfecta nana para que nos hubiéramos pasado hora y media sumidas en un profundo sueño.

Hacía un mes que todo aquel revoltijo de sentimientos había comenzado. Un mes que nos habíamos encontrado por primera vez, y un mes que había comenzado a pensar en ella; desde aquel día, no había dejado de hacerlo ni un segundo. Mónica me había calado desde el primer instante, pareciéndome la mujer más preciosa del mundo y encantándome compartir conversaciones y buenos ratos con ella. La verdad, yo no hacía mucho tiempo que había salido de una relación anterior, y solo la idea de volver a comenzar desde cero en algo así me producía un rechazo enorme; aún así, cuando nos conocimos, todos esos pensamientos se vieron pisoteados y adelantados por otros que me gritaban lo contrario. Ella me hacía tener ganas, olvidándome del pasado y focalizándome en un presente y en un futuro que, siendo completamente sincera conmigo misma, en aquel momento gritaban su nombre.

Oí la suave respiración de Mónica contra mi pecho. Su mano cálida estaba por dentro de mi camiseta, palpando mi piel, al mismo tiempo que su boca entreabierta me hacía enternecerme de manera instantánea. No podía ser más guapa, definitivamente.

Estiré mi brazo y comencé a acariciarla para que se despertara. Rocé sus mofletes sonrojados y subí hasta su nariz; reí al ver como la encogía al sentir las cosquillas que mis dedos sobre ella. De ahí viajé a sus labios, carnosos y apetecibles a más no poder, los cuales tantas veces había tenido el privilegio de probar en las semanas anteriores. Un lujo.

-¿No puedo dormir más? -dijo de pronto sorprendiéndome, con la voz ronca y sus ojos aún completamente cerrados.

Sonreí, sin cesar mis mimos en ella. Sabía todo lo que le gustaba que lo hiciera. Y a mí hacerlo.

-¿No me echas de menos? -dije con una intención clara.

Lo conseguí, porque Mónica no pudo evitar reír y abrir sus ojitos preciosos para encontrarlos por fin con los míos.

-Se duerme muy bien sobre ti -dijo agarrando la manta que tenía a mitad de la espalda y tapándose hasta el cuello con ella.

Sonreí sin perderme ni uno de sus movimientos. Aquellas acciones tan rutinarias, que estaba comenzando a vivir con ella, me estaban haciendo perder la cabeza. Mónica era perfecta.

-Pues cuando quieras -dije.

Mónica rió una vez más y, ayudándose de sus codos apoyados en el sofá, se incorporó un poco, dejando su boca a milímetros de la mía. Bingo.

-Vaya.

Reímos, nariz con nariz. Sentí su aliento sobre mis labios y mi cuerpo me gritó que la necesitaba sentir todavía más cerca.

Mi mano se coló bajo la manta, empujando su cadera hacia mí. Moví mi cabeza de izquierda a derecha, haciendo que nuestras narices se movieran de igual modo una contra otra. Un besito de esquimal, como ella siempre decía.

Ya tenía la lengua dispuesta a colarse entre sus labios, cuando su móvil sonó sobre la mesa. Me quejé, porque estábamos a punto de enredarnos en uno de aquellos besos a los que tanto me había acostumbrado, y que tanta vida me daban.

-Un segundo -me pidió.

Pero yo me negué a soltarla.

-Vane... -rió, tratando de zambullirse de mi amarre -que igual es importante, cariño.

Nadie más que túWhere stories live. Discover now