Capítulo 9

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NARRA VANESA

Cuando dejé a Mónica en su casa tras la comida que compartimos en un restaurante cercano al estudio, conduje de vuelta a mi casa sintiéndome, con diferencia, más viva que nunca. Habíamos estado juntas casi veinte horas, donde el denominador común a todas ellas habían sido besos, cariño y sexo. La noche anterior hicimos el amor por primera vez, y juro que nunca había sentido tantas cosas en el pecho al mirar a alguien mientras estábamos en la cama; era su primera vez con una mujer, y yo había barajado hasta la opción de que a ella no le apeteciera o no quisiera tocarme a mí, pero nada más lejos de la realidad. Me volvió loca y me hizo sentir un placer indescriptible.

Aquella tarde había quedado con mi hermano para ir a la estación a buscar a nuestra madre, que venía a pasar el fin de semana a Madrid. Era algo que hacía de manera bastante habitual, y que a mí me gustaba especialmente.

-Hola, hermanita -dijo Antonio nada más entrar en mi coche.

Se inclinó a besar mi mejilla y yo le correspondí con gusto. Arranqué el coche en dirección Atocha.

-¿Qué tal? -le pregunté ya en la carretera.

-Bien -me respondió sonriente -¿tú también?

-Sí, muy bien -asentí. Noté la mirada de mi hermano matándome, a mi derecha -¿por qué me miras así?

-¿Me vas a contar ya de Mónica Carrillo?

Tragué saliva, aguantándome las ganas de reír fuerte.

-¿Qué hablas?

-¿Cómo que qué hablo? -se quejó -estuvo en Málaga, estuvo en Madrid, y llevas unos cuantos días desaparecida, a saber haciendo qué...

Me mordí la mejilla por dentro, aguantándome fuerte la risa. Inútilmente.

-¿De qué te ríes? -me dio un manotazo en la pierna -¿es un secreto? ¿no vas a contar nada?

-¿Un secreto? -me sorprendí -claro que no.

Mi hermano me volvió a asesinar con la mirada, esperando a que hablara de una vez por todas. Me di cuenta rápido que no tenía mucha escapatoria.

-Nos estamos conociendo -dije aquella famosa frase -nos caimos bien aquel día en Málaga, y desde entonces nos estamos viendo mucho.

-¿Que os estáis viendo mucho? -dijo levantando las cejas -o sea, que estáis follando, ¿no?

Reí fuerte, contagiándole.

-Bueno, entre otras cosas -dije sonriente -no sólo es sexo.

Antonio me miró sorprendido.

-Vaya, o sea que te gusta de verdad.

-Sí -asentí -me gusta de verdad.

Mi hermano guardó silencio unos segundos, los cuales yo ocupé en su mayoría en pensar en ella.

En seguida cambiamos de tema, y pronto llegamos a la estación. Nuestra llegada coincidió perfecta con la bajada del tren de mi madre, que nos recibió soltando su maleta y estrechándonos a cada uno por un lado de su cuerpo.

-Qué pena que no esté Francis -dijo, agarrando a mi hermano del ganchete mientras yo empujaba su maleta hacia el coche de nuevo.

-Desde que se ha enamorado no sube nada a Madrid -dije riendo, mientras abría el maletero con el mando.

-Bueno, aquí todos estamos enamorados -empezó a decir Antonio -y eso no significa que no podamos estar un ratito solos.

-¿Estamos todos enamorados? -dijo mi madre mientras yo le daba al botón del maletero para que el portón bajara -¿tú también estás enamorada? ¿desde cuando? -se dirigió a mí.

Nadie más que túWhere stories live. Discover now