Treinta y siete

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Derek se sentía un poco ansioso. Lo sabía porque había una inquietud en él que lo empujaba a llenar su tiempo con lo primero que se le ocurriera, en general optaba por salir a correr o ir al gimnasio, a veces desayunaba brownies, otras veces revisaba su material de estudio más de lo necesario y cuando hablaba con su terapeuta se deshacía en preocupaciones irracionales. Sabía que tenía que mentalizarse y comenzar a aceptar que algunas cosas simplemente se escapaban de su control y que su único rol era... existir.

-Debí adivinarlo.- soltó en un largo suspiro, frotándose el cabello con ambas manos.

-¿Qué?- preguntó Maya distraída.

Su hermana tenía a Antonio sobre las piernas y lo acariciaba mientras el gato se estiraba y le mostraba el estomago, relajado y sin una preocupación en el mundo. Los gatos la tenían tan fácil.

-¿Derek?- esta vez fue Ben quien habló.

-¿Qué?- preguntó.

-Te ves estresado.- apuntó su amigo.

-Estoy...- se mordió la boca y buscó el control remoto para pausar la película que estaban viendo.-Es Marco.- anunció.

-Siempre es Marco.- dijo Maya.-Con todo el tiempo que pasan encerrados en tu cuarto creí que todo estaba de maravilla, en serio, estoy tan feliz de que mi habitación quede al otro extremo de la casa...-

-Y que la mía tenga buen aislamiento.- asintió Ben y Maya se estiró para chocarle los cinco.

-Estamos bien.- aclaró.-Dijo que me ama.-

Y se lo demostraba con la voz, y con miradas, y con el cuerpo, y con acciones, pero seguía siendo un misterio para Derek. No entendía por qué Marco no quería una respuesta, por qué le inquietaba la posibilidad de que fuera recíproco, ¿no era natural desear que la persona que amas también te ame? Derek ya no sabía qué esperar cuando se trataba de la forma en la que Marco sentía, era demasiado diferente a la suya.

-¡Oh!- exclamó Maya sacándolo de sus pensamientos.-Felicitaciones, ahora dinos con detalle cómo llegamos a esa maravillosa confesión.- le sonrió mientras aplaudía.

-Luego de que me dijera que sus padres lo habían echado de casa y que en realidad no son sus padres y que los odia pero no los odia.- dijo frotándose los ojos con el dorso de la mano.

-Oh.- esta vez no fue una exclamación.-Ok...-

-Vamos por parte.- intervino Ben.-¿Cómo estás?-

-Bien, es él...- apuntó hacia la nada, frustrado.

-Estoy preguntando por ti, no por él.- insistió Ben.

-Sí, no tienes permiso para ignorar tus emociones.- concordó Maya.-¿Qué tu terapeuta no te ha enseñado nada?-

-Es buena, pero tengo hábitos...- apuntó.

-¡¿Cómo estás?!- le gritó Maya, Antonio la miró como si fuera a darle un paro cardiaco.

-Preocupado ¿qué hay de nuevo en eso?- bufó dejando que su cabeza descansara en el respaldo del sillón.-En verdad me gusta que me esté contando lo que le pasa, pero me estresa no poder hacer nada...- se quejó.

-Como diría mamá, el universo te está jodiendo.-

-Si tan solo pudiera hacer algo, lo que sea.- masculló.-No puedo hacer que sus padres lo reciban de vuelta, y aunque pudiera no creo que lo haría, no se lo merecen y pueden irse a la mierda ¿cómo le haces esto a tu hijo?-

-Pasa.- suspiró Ben.

-La cosa es que me da igual que no me lo hubiera dicho antes, me habría sentido de la misma forma porque hace tiempo que me importa y que siento la necesidad de cuidarlo y protegerlo y solo...-

Entre TiemposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora