Veintisiete

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Las mañanas que le seguían a una noche de sentimientos intensos y alcohol siempre eran insoportables. Había dolor y hambre y malestar y arrepentimiento, una amalgama de sensaciones que se despertaban junto con la consciencia de sí mismo. Los sentidos de Marco estaban abrumados, le dolía el estómago y el cuerpo, tenía la garganta seca y la cabeza le palpitaba con fuerza. Dejó escapar un gemido quejumbroso mientras se removía en la cama.

-No...- la voz vino como un susurro aplacador.

Una mano se extendió sobre su abdomen para retenerlo, firme y cálida. La respiración se le cortó, sabía que si se volteaba se encontraría con los ojos somnolientos de Derek, quizás con una sonrisa, aunque lo dudaba luego del horrendo espectáculo que le había revuelto tanto el estómago que lo tuvo vomitando como si su cuerpo necesitara purgar los errores físicamente. Marco se preguntó por qué, de todas las noches que eran imágenes y sonidos difusos, esa tenía que seguir tan fresca en su memoria.

-¿Estás despierto?-

Otra vez, la voz de Derek era apenas un murmullo. Un poco más ronca que de costumbre, como si aún no se desperezara del todo, pero aún así podía apreciar la apacibilidad y la mesura. Un tono hecho para contener, para resguardar, para evitar que lo primero que apareciera en la cabeza de Marco fueran alertas. Sin embargo, Marco no podía quitarse las perturbaciones y los errores de encima.

-Desearía no estarlo.- contestó, quizás demasiado afligido.

-Eso no suena prometedor.-

-Últimamente nada es muy prometedor.- suspiró.

La cama tembló mientras Derek cerraba la distancia, la cual le dio a entender durante toda la noche que su presencia no era incondicional. Esa mano que ahora descansaba sobre su abdomen era la primera muestra de que la distancia se podía estrechar, pero no demasiado, no aún. Derek se detuvo cuando sus rodillas chocaron con la pierna de Marco, su mano se trasladó hasta su hombro.

-¿Tienes idea de lo deprimente que es escucharte?- le preguntó Derek.

-Perfecto, porque estoy deprimido.- dijo disgustado.-Estoy más que deprimido, estoy sintiendo cosas que ni siquiera sé cómo describir.- agregó, sin siquiera saber por qué estaba hablando.

-Entiendo, porque estoy seguro de que también estoy sintiendo demasiado.- admitió, agotado.

-Y es mi culpa.- dijo Marco, volteándose para poder mirarlo.

Ni siquiera intentó procesar lo que sintió cuando sus ojos se encontraron, no podía. Habían algunas cosas que simplemente debían quedarse en la superficie, porque mientras más se acercaba a lo profundo más se exponía. Sólo podía lidiar con una cosa a la vez, así que intentó no sentir esa mirada.

-No voy a mentirte, sí es por ti.- le dijo Derek, sus palabras escocieron.-Pero eso no quiere decir que no me sienta responsable, las señales se me escaparon de entre las manos.-

Marco soltó una risa, a Derek no se le había escapado nada, simplemente habían algunas cosas que no podía saber porque no importaba cuánta intuición tuviera, no era adivino y no podía leer la mente. Pero además de eso, Marco se había aprovechado de su paciencia.

-¿Quieres hablar?- preguntó, sabiendo que aún no se cumplía la semana de Derek.

-¿Es eso lo que quieres...?-

-No puedo creer que voy a hacer esto.- murmuró cubriéndose los ojos con el antebrazo.-Nunca hablo porque no me gusta la idea de que la gente tenga acceso a mi vida, sólo digo lo que digo cuando es necesario; no hablé de varias cosas con Carter ni con Alex, no hasta que necesité que entendieran de dónde venían mis problemas, entonces les conté y comprendieron y me ayudaron.- le dijo, rápido, antes de arrepentirse.

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