Treinta y cinco

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Derek apenas registró el sonido de una puerta abriéndose, estaba demasiado ocupado organizando su semana y...

-¿Por qué eres así?- la voz de Marco lo sacudió del trance.

Giró en su silla y le echó un vistazo, desde la toalla con la que secaba su cabello hasta el borde de los pantalones de pijama que le rodeaban las caderas.

-¿Así cómo?- preguntó alzando una ceja.

-Así.- insistió haciendo un ademán hacia el escritorio.

-No tengo idea de qué estás hablando.- dijo desentendiéndose, pero había captado perfectamente a lo que se refería.

El receso de invierno había terminado hacía dos semanas, lo que significaba que las clases habían retomado su ritmo habitual y Derek no tenía planeado volver a quedarse atrás nunca más en su vida; si quería tener un horario con tiempo para todo lo que quería hacer era necesario instaurar algunas reglas, como levantarse temprano, adelantar algo de estudio para ciertas clases y organizar su semana con antelación; por eso estaba en su escritorio con su computadora encendida y un cuaderno de notas a medio rellenar.

-Ayer hiciste lo mismo.- indicó Marco dejándose caer en la cama.

-Ayer salí a correr.- lo corrigió antes de volver a poner su atención en lo que estaba haciendo.

-Me siento ignorado.- dijo Marco en un quejido.-Me rompió el corazón despertar solo, ¿dónde estabas?-

-Llevé a Dana a la ciudad, está en un nuevo proyecto de investigación y la necesitaban temprano en el centro.- dijo sin quitar los ojos de su pantalla.

-Casi muero de aburrimiento la hora que estuve solo en esta habitación.- suspiró.

Derek rodó los ojos a pesar de que su primera reacción fue sonreír. Le causaba gracia la forma en la que Marco había comenzado a restregarle en el rostro su necesidad de pasar tiempo juntos, de hecho, la única razón por la que no se veían todos los días de la semana era la calendarización de Derek. Uno de los dos tenía que poner un poco de orden si querían mantener sus calificaciones y no descuidar sus otras responsabilidades, y el único que tenía esa capacidad era Derek, incluso cuando él también se ponía ansioso cuando no habían estado juntos por mucho tiempo.

-Estoy planeando distraerte, ¿lo sabes?- le preguntó Marco al cabo de unos minutos de silencio.

-Cinco minutos.- pidió.

En esos cinco minutos Derek alcanzó a responder algunos correos y enviar otros, además de compartir el borrador de una presentación con Dana. Esa mañana no tenía mucho en su calendario y su primera clase del día empezaba después del almuerzo, por lo que técnicamente tenía tiempo para distraerse unas horas. Cuando finalizó tachó algunas cosas de su agenda y cerró la computadora, luego giró la silla y se cruzó de brazos.

-Estoy libre, ¿qué necesitas?- preguntó.

-Bueno...- Marco lanzó la toalla húmeda sobre el escritorio, acción que Derek no apreció.-Tengo un poco de frío.- comentó.

-¿Subo la calefacción?-

-Sube...- comenzó Marco, pero se detuvo y dejó escapar una risa mientras se apoyaba en la cabecera.-Iba a decir algo tan tonto.- dijo divertido.

-¿Qué?- preguntó poniéndose de pie y llevando la toalla al canasto de ropa sucia.

-Iba a decir "Sube mi calefacción", pero suena pésimo.- admitió sin poder contener su sonrisa.

-Ah...- bufó con una risa mientras a la cama.

Si había una cosa que sabía perfectamente acerca de Marco era lo que el chico quería en la cama, lo había estado aprendiendo por casi un año y no le cabían dudas de que lo enloquecía que Derek lo trataba con seguridad, en especial cuando le mostraba lo fuerte y firme que podía ser, intenso pero en control. Derek se sentía cómodo llevando las riendas, pero también se sentía bien siguiendo instrucciones y dejándose llevar en manos de Marco, y a veces se preguntaba si él...

Entre TiemposWhere stories live. Discover now